“Para muchos españoles la región de Asia y el Pacífico es percibida, todavía hoy, con una sensación de misterio, distancia y desconocimiento. Y sin embargo fue España quien “descubrió” el Pacífico para Occidente y circunnavegó el orbe con Juan Sebastián Elcano abriendo la nueva “ruta de la Seda” marítima entre Europa, el Nuevo Mundo y Asia…
“El Galeón de Manila trazó la ruta desde Nueva España a Filipinas durante dos siglos y medio, impulsando el comercio de mercaderías y potenciando los intercambios culturales. Su presencia en ese escenario fue lo suficientemente importante como para que “el lago español” se convirtiese en el término con el que se conoció al océano Pacífico durante siglos.”
Oskar Hermann Khristian Spate. “The Spanish Lake”. 1979
Aunque bastante desconocido por muchos, lo cierto es que España también escribió con tinta imperecedera la historia universal en el Océano Pacífico. El primer capítulo fue escrito cuando el portugués Fernando de Magallanes, al servicio del emperador Carlos I, buscara una nueva ruta a la Especiería navegando hacia el oeste en 1519. Un viaje imperecedero que proporcionaría a la humanidad la primera vuelta al mundo de la historia, decidida así para el regreso por nuestro compatriota Juan Sebastián Elcano, que la realizó «a riesgo y ventura» regresando a España por «el Este» en 1521.
También fue el Pacífico territorio de exploración para los vascos Miguel López de Legazpi que conquistó Filipinas; Andrés de Urdaneta, con el primer Tornaviaje, o la expedición de Álvaro de Mendaña. Pero así mismo hubo otras muchas épicas historias protagonizadas por compatriotas andaluces, aragoneses, mallorquines, extremeños o castellanos.
Lo cierto es que las aguas del Pacífico fueron surcadas en exclusividad, durante más de cien años, por navíos españoles. Establecieron nuevas derrotas y descubrieron tierras e islas desconocidas hasta el momento, bautizándolas con nombres españoles que aún hoy persisten.

El mapa que resume las exploraciones españolas al Pacífico
Una forma muy gráfica a la vez de completa para entender esta proeza en toda su extensión la tenemos en el siguiente mapa, publicado en Wikipedia. De forma muy detallada se representan superpuestas las diversas Exploraciones y rutas españolas en el océano Pacífico entre 1520 y 1794.

La exploración española del Pacífico llevó al descubrimiento y conquista del archipiélago filipino y de muchas islas que forman parte de este gran océano. El conocimiento europeo de todos los archipiélagos que componen Micronesia (Marianas, Carolinas, Palaos, Gilbert y Marshall) se debe a España.
En el momento de su mayor extensión el Imperio español en Asia y Oceanía abarcaba las islas Filipinas, las islas Palaos, las islas Marianas (incluyendo Guam) y las islas Carolinas (que incluían las islas Marshall y las islas Gilbert, consideradas parte de las islas Carolinas Orientales) como parte integrante del Virreinato de Nueva España. Su capital era Manila, en las Filipinas.
Durante diversos momentos de su historia, el territorio español también abarcó las islas de Ternate y Tidore (Molucas septentrionales), el norte de la isla de Taiwán (Formosa), Borneo, la provincia de Papúa Occidental (Nueva Guinea), un protectorado sobre Camboya, varios atolones e islas de la Melanesia (Santa Cruz, Salomón, Almirantazgo y Nuevas Hébridas) y la Polinesia (Tuamotou, Line, Cook, Marquesas y Ellice).
La Corona también tuvo derechos de asentamientos en territorios del imperio portugués en Asia bajo la Casa de Austria. Asimismo tienen sello español los primeros avistamientos europeos de Nueva Guinea, Hawái y Australia.
A españoles también se deben las primeras descripciones de sus tierras y habitantes, las primeras colonizaciones y la introducción del comercio, la lengua y la religión. Aunque cada una de estas epopeyas da para varios libros, sirva la breve recopilación que sigue para traer a estos gigantes de nuevo a nuestra memoria.
Vasco Núñez de Balboa: un baño inmortal
El 25 de septiembre de 1513, sólo 21 años después del descubrimiento del Nuevo Mundo, se produce otro hecho determinante para el devenir de la Historia, el “descubrimiento del Pacífico”. Sería el grandioso prólogo del dominio hispano.
El célebre escritor austriaco Stefan Zweig es el autor de un libro de pasajes de la historia titulado Momentos estelares de la humanidad. El libro narra en forma de miniaturas catorce episodios que Zweig consideraba fueron claves en la historia universal, con sus protagonistas respectivos: desde Cicerón hasta Goethe, pasando por Lenin, Vasco Núñez de Balboa o Napoleón.
Diferentes épocas, distintos sucesos que nada tienen que ver entre sí, pero que componen un salto hacia adelante en su época, un líder que marca la diferencia, que supondrá un antes o un después. Algunas muy claras, como la toma de Bizancio, otras más sutiles, como la creación de la Marsellesa, pero todos hitos para el autor.
Por su evidente relación con el asunto que nos ocupa, referimos aquí la parte del momento que se describe en el capítulo “Vasco Núñez de Balboa. Huida hacia la Inmortalidad. El Descubrimiento del Océano Pacifico. 25 de Septiembre de 1513”. Relata como nuestro compatriota –primer occidental en hacerlo– se “mojó” en este inmenso mar. Admiremos como este gran narrador austriaco recrea el inmortal momento:
“(..) Al día siguiente —el de san Miguel según el calendario—, aparece en la playa, acompañado tan sólo por veintidós de sus compañeros, para, como el santo, armado y ceñido el coselete, tomar posesión del nuevo mar en una solemne ceremonia. No camina de inmediato hacia las olas, sino que, como su dueño y señor, aguarda arrogante, descansando bajo un árbol, a que la marea creciente empuje sus olas hasta él y como un perro sumiso acaricie sus pies con la lengua. Sólo entonces se levanta, se echa a la espalda el escudo, que refulge al sol como un espejo, y, tomando en una mano la espada y en la otra el pendón de Castilla con la imagen de la madre de Dios, avanza hacia el agua.
Sólo cuando las olas le llegan hasta las caderas, cuando está por completo metido en esas vastas aguas desconocidas, Núñez de Balboa, hasta entonces un rebelde, un aventurero, ahora un triunfador y el más fiel de los siervos de su rey, agita el estandarte hacia todos los lados y en voz alta exclama: « ¡Que vivan los altos y poderosos monarcas don Fernando y doña Juana de Castilla, de León y Aragón, en cuyo nombre y por la Corona Real tomo y aprehendo la posesión real y corporal y permanente de todos estos mares y tierras y costas y puertos e islas… Y si algún otro príncipe o capitán, cristiano o infiel o de cualquier ley o secta o condición pretende algún derecho a estas tierras y mares, yo estoy presto y aparejado de se lo contradecir o defender en nombre de mis reyes presentes o por venir, cuyo es este imperio y señorío de aquellas Indias, islas e tierra firme septentrional y austral… sea con o sin los trópicos de Cáncer y Capricornio… …, ahora y en todo tiempo en tanto que el mundo dure hasta el universal final juicio de los mortales…”
Nuñez de Balboa, después de haber tomado posesión de sus aguas en nombre de la Corona española, lo denominó «mar del Sur», ya que en relación con el «mar Caribe» se le apareció situado al sur del mismo.
La era de los descubrimientos en el gran océano (siglos XV y XVI)
Las expediciones más importantes fueron las que tuvieron lugar en la denominada Era de los Descubrimientos (que abarcó principalmente los siglos XV y XVI). Todas ellas están fuertemente vinculadas a la expansión americana y oceánica del imperio español, así como a la africana y asiática del portugués.
Por la parte española, en los años siguientes al descubrimiento de Balboa surcaron el Pacífico Magallanes y Elcano, en 1521; Jofre de Loaísa, en 1526; Saavedra, en 1527; Grijalva, en 1536 y López de Villalobos, en 1542.
Todos ellos con un objetivo: conectar las costas americanas con las islas Molucas, la mítica fuente de las preciadas especias; las Filipinas, China y Japón. Sin duda, gracias a todos ellos, Andrés de Urdaneta pudo inaugurar, en 1565, la ruta de vuelta de Asia a América, la que seguiría durante siglos el Galeón de Manila.
La expedición de Magallanes y Elcano
Como hemos visto en otros artículos de Geografía Infinita, la Expedición de Magallanes y Elcano circunnavegó por vez primera nuestro planeta. Fue en esta singladura cuando este mar se renombró como «mar Pacífico», al considerar tranquilas sus aguas por no encontrarse con ninguna tempestad durante su navegación por él. Nada más lejos de la realidad meteorológica.
Recientemente hemos recogido la exposición organizada por el Instituto Geográfico Nacional sobre los mapas que rodean a esta circunnavegación. Pero para los seguidores de los mapas, tan abundantes en nuestra web, y más aún si valoran el trabajo bien hecho, el ingeniero español Tomás Mazón, dedicó durante 2018 y 2019 buena parte de su tiempo libre a confeccionar un detallado mapa diario del derrotero específico seguido por esta inmortal expedición en la web Ruta Elcano.

Partió para sus cálculos de las fuentes originales, las del piloto Francisco Albo y el cronista Antonio Pigafetta.
La forma de traslación a mapas de las coordenadas diarias, la explica personalmente el autor: “Albo nos aporta día a día su latitud o «altura» sobre el ecuador, es decir, los grados de separación al ecuador, que es capaz de hallar tomando la altura del sol sobre el horizonte a mediodía. Además de esto, nos indica el rumbo seguido, y en bastantes ocasiones también una estimación de las leguas recorridas en el día”
En este sentido, en el mapa se incluyen las posiciones diarias de la expedición, mediante marcadores. Pinchando en cada uno de estos marcadores, se abrirá una ventana emergente con el texto original del Derrotero de Francisco Albo para el día elegido y en algunas ocasiones con el de la Relación de Antonio Pigafetta para aportar más información. El resultado del trazado de esta singladura se puede visualizar en este mapa de Google Maps.
Descubrimientos de la primera vuelta al mundo
En cuanto a sus descubrimientos, la expedición encontró por vez primera el paso al océano Pacífico el 21 de noviembre de 1520 y llegó a la isla de Orona (islas Fénix), tomando posesión de las islas para España.
En su travesía, descubrieron el archipiélago de las Tuamotu y visitaron la isla Puka-Puka, a la que llamaron «San Pablo». La expedición llegó a Guam, donde fondearon para recoger víveres y hacer aguada.

El 16 de marzo llegaron a Sámar, lo que significó el descubrimiento de las islas Filipinas, que Magallanes llamó «islas de San Lázaro» y reclamó las islas para España. Magallanes murió combatiendo en Mactán, el 21 de abril de 1521, al querer someter por la fuerza a los indígenas.
En Mindanao, el segundo de a bordo, Juan Sebastián Elcano, se hizo cargo de la expedición y se dirigieron a las islas Molucas a recoger especias, desde donde partirían hacia España.

Las últimas dos naos, la Victoria y la Trinidad, se separaron debido a una avería en la Trinidad. La Victoria puso rumbo oeste por el océano Índico, siguiendo la ruta de los portugueses. Por su parte, la Trinidad, al mando de Gonzalo Gómez de Espinosa, intentó buscar el tornaviaje por el océano Pacífico.
Aunque alcanzó la latitud correcta –el primero en llegar a 42º Norte-, por mal tiempo y grandes desperfectos de su nao, Gómez de Espinosa no consiguió su objetivo. Tuvo que regresar a las Molucas, donde fue hecho prisionero por los portugueses. Queda para la historia que en su recorrido descubrió las Islas Palaos, la isla de Sonsoral y las Islas Marianas. Vivió para contarlo al emperador.
La expedición de Jofre de Loaísa y Juan Sebastián Elcano
Tras la primera circunnavegación del mundo, Carlos I encargó a García Jofre de Loaísa y a Juan Sebastián Elcano comandar otra expedición para tomar posesión de las islas Molucas en nombre de la Corona, al mando de siete barcos.
En su travesía, llegaron al Pacífico en mayo de 1526. La expedición estaba siendo desastrosa: se hundió una de las naves, la Santa María del Parral, a lo que se sumó la pérdida de la Sancti Spiritus y las deserciones de la Anunciada y la San Gabriel.
Además, las naves comenzaban a averiarse por los embates del mar y los tripulantes fallecían a mano del escorbuto. Entre ellos murieron Loaísa y Elcano. Durante el viaje se perdieron el patache Santiago, que llegó a la Nueva España.
También la San Lesmes de la que no se supo, pues se cree que pudo recalar en Tahití, en la isla de Amanu, en las Tuamotu o que llegaran hasta Nueva Zelanda y naufragaran en la costa meridional de Australia. Desde allí la tripulación habría costeado la isla hasta pasar el cabo York, siendo después apresados por los portugueses.
La única nave superviviente de la expedición, la Santa María de la Victoria, continuó el viaje para llegar a las islas Marianas y descubrieron el 21 de agosto la isla de San Bartolomé (Maloelap), pero no pudieron tocar tierra y continuaron hasta llegar el 5 de septiembre la isla de Guam.

La salida se fija en los puertos de América
A partir de la expedición de Loaísa y hasta el siglo XVIII, los viajes se organizan y salen de puertos del Nuevo Mundo. Parten del virreinato de la Nueva España primero y posteriormente del Perú. Vuelven también a esos mismos puertos una vez encontrado el paso del tornaviaje.
Así, Hernán Cortés, una vez conquistado México y tras requerimiento del emperador Carlos, prepara una expedición de apoyo a Loaísa. Es comandada por su primo Álvaro de Saavedra Cerón y parte de México en octubre de 1527.
Se amplían los hallazgos geográficos del Pacífico
En este viaje dieron con numerosos hallazgos geográficos. Es el caso del atolón Namonuito en las islas Carolinas centrales, así como las islas Los Reyes identificadas como Faraulep. También se encontraron con la Nueva Guinea, la cual costeó por el norte y donde, durante la vuelta, se aprovisionaron.
En el tornaviaje se descubrió la isla de Paine, una de los grupos situados entre Halmahera y Nueva Guinea. Por último, numerosas islas en las islas Carolinas, también las islas del Almirantazgo y las islas Marshall que fueron reclamadas e incorporadas a España.
Se cree que los exploradores españoles de esta expedición llegaron al archipiélago de Hawái dos siglos antes de que el capitán James Cook las visitara en 1778.

El siguiente protagonista será Hernando de Grijalva. Este navegante que había explorado el noroeste de la Nueva España y las islas Revillagigedo fue enviado por Hernán Cortes al Perú en auxilio de Pizarro en 1535.
A su regreso, decide adentrarse en el Pacífico, no sin disensión con sus tripulantes, lo que posiblemente le costó la muerte. Al parecer, murió asesinado por sus marineros, llegando a algunas de las actuales islas Gilbert y de allí a aguas de Nueva Guinea-Papua, donde descubrieron diferentes islas.
El primer virrey de México Antonio de Mendoza organizó una tercera expedición al mando de Ruy López de Villalobos. Zarpó de México en 1542 y en su recorrido descubrió la isla Clarión o la isla Wotje en la zona oriental de las Marshall.
También el grupo insular de Kwajalein, al que llamaron «islas Los Jardines», en las Marshall centrales o la isla de Fais en las Marshall occidentales y la isla de Yap en las Carolinas occidentales.

La Conquista de Filipinas y el tornaviaje
El segundo virrey de Nueva España, Luis de Velasco, encargó a Miguel López de Legazpi hacerse a la mar en una nueva expedición. Zarpó de Puerto de Navidad el 21 de noviembre de 1564 y en el viaje conquistó Guaján (Guam), las islas Carolinas, las islas de Saavedra (islas Marshall) y las islas Marianas.
El 27 de abril de 1565 Legazpi llegó a las Filipinas, tocando Sámar donde comenzaría la conquista. Tras recorrer y reconocer las principales islas de Filipinas, Legazpi fundó, no sin lucha con los nativos, dos colonias, una en Cebú y otra en Luzón, Manila, que posteriormente será declarada capital de la Gobernación y Capitanía General de las Filipinas dependiente del virreinato de la Nueva España, constituyendo su límite occidental.

El Tornaviaje: regreso a América por el Pacífico
Además de la conquista de las Filipinas por Miguel López de Legazpi, se descubrió el Tornaviaje a América gracias a Andrés de Urdaneta. Abrió una nueva ruta comercial a través de la corriente de Kuroshio, tras ascender a 40º latitud y de allí rumbo a las costas de California, arribando en el puerto de Acapulco el 8 de octubre de 1565.
Con el tiempo esta ruta sería el principal lazo que uniría las posesiones de España en América con sus baluartes en Asia del que sería el Galeón de Manila, que unió comercialmente tres continentes e inauguró el primer hito de globalización de la historia, y que contaremos más en detalle en posteriores artículos.
El Pacífico sur: en busca de la Terra Australis Incognita
Una vez asegurada por parte de España la posesión de Filipinas, así como establecida una ruta de regreso a Nueva España que permitía mantener una línea regular de comercio con Asia, la mirada de los españoles se dirige al Pacífico Sur.
Al imparable afán de nuestros antepasados por descubrir nuevos territorios, se unía también el interés por desentrañar algunos misterios que se habían transmitido de la Edad Media y la antigüedad europea.
Era el caso de la Tierra de Ofir, donde se decía estaban las riquísimas minas de oro del rey Salomón, o la también misteriosa Terra Australis Incognita, el territorio teorizado por Aristóteles y que a su juicio era preciso para equilibrar el peso de las tierras del Hemisferio Norte. Estas leyendas fueron inconscientemente alimentadas por los Incas del Perú al hablarles a los españoles de las riquísimas islas que existían en el mar del Sur.
Las expediciones más relevantes que se producen en este sentido son las dos que dirigió Álvaro de Mendaña y Neyra y la de Pedro Fernández de Quirós, marino portugués al servicio de España.

En 1567-1568 Álvaro de Mendaña navegó desde Perú hasta las islas Salomón en la que fue la primera expedición a las Salomón. Entre ellas, descubrió por ejemplo la isla de Guadalcanal.
En 1595 lo intentó de nuevo, descubriendo las islas Marquesas y llegó a las islas Santa Cruz (al este de las islas Salomón hacia Fiyi). Él murió y los supervivientes, comandados por su esposa Isabel de Barreto- llegaron a las Filipinas.

En 1606 Pedro Fernández de Quirós llegó a Vanuatu, al sur de las islas Salomón. Continuó explorando, se perdió, y navegó hasta México. Uno de sus barcos, al mando de Luis Váez de Torres, siguió navegando hacia el oeste y alcanzó Nueva Guinea. También fue el primer europeo que descubrió Tahití.
En esta primera época se descubrieron muchas islas y archipiélagos en el Pacífico, siendo los más importantes:
- 1521: Guam y las islas Marianas, por Magallanes.
- 1526: islas Marshall, por Alonso de Salazar, de la expedición Loaísa;
- 1543: islas Bonin, al sur de Japón, por Bernardo de la Torre, desde México;
- 1568: islas Solomon, Tuvalu e isla Wake, por Álvaro de Mendaña, desde Sudamérica;
- 1574: islas Juan Fernández por Juan Fernández, accidentalmente;
- 1595: islas Marquesas e islas Santa Cruz, por Álvaro de Mendaña, desde Sudamérica;
- 1606: archipiélago Tuamotu y Nuevas Hebridas (Vanuatu) por Pedro Fernández de Quirós, desde Sudamérica.
Hostilidades en el XVII con los holandeses en el Pacífico
Aunque el siglo XVII fue una época de decadencia para el Imperio, España desarrolló mucho su presencia en el Pacífico y mantuvo la mayoría de sus posesiones en Asia. Por ejemplo, en 1626 una expedición española fue enviada desde las Filipinas para conquistar Taiwán (isla Formosa) al mando de Antonio Carreño Valdés.
Españoles y holandeses se enfrentaron reiteradamente en Taiwán, el debilitamiento de la presencia española hizo que abandonaran Tamsui en 1638, mientras que en 1642 una flota holandesa conquistó La Santísima Trinidad y expulsó a los españoles de Taiwán.
En 1646, una serie de cinco combates navales conocidos como las batallas navales de Manila se libraron entre las fuerzas de España y las holandesas, en el marco de la guerra de los Ochenta Años.
Las fuerzas españolas eran de tan solo dos galeones de Manila y una galera con tripulaciones compuestas principalmente de voluntarios filipinos, contra tres escuadrones holandeses, constituidos por un total de dieciocho naves.
No obstante, los escuadrones holandeses fueron derrotados severamente en todos los frentes por las fuerzas españolas. Esto obligó a los holandeses a abandonar sus planes para una invasión de las Filipinas
Las exploraciones españolas de la Ilustración
En el siglo XVIII, las rivalidades entre los Estados europeos desbordan los límites del Viejo Continente y se manifiestan en los ámbitos coloniales, particularmente desde mediados de la década de 1760.

Y es que en este siglo asistimos a un incremento de la actividad colonizadora de los europeos en el resto del mundo. A las razones políticas y militares de las exploraciones hay que añadir las económicas y un interés científico auspiciado por la Ilustración sobre todo por el desarrollo de la astronomía, impulsada por Newton y Halley.
Así, durante el siglo XVIII se produce una adaptación a los ideales de la Ilustración. de este modo, la finalidad científica gana importancia, sin abandonar la estratégica y militar.
Durante esta época, el Virreinato del Perú influyó en el Pacífico con el envío de varias expediciones a la Polinesia, como las expediciones españolas a Tahití y la expedición de González de Haedo a la isla de Pascua.

La gran expedición científica y política de Malaspina
El ‘Viaje científico y político alrededor del mundo’, más conocido como ‘Expedición Malaspina o Malaspina-Bustamante’, en honor a Alejandro Malaspina y José de Bustamante y Guerra, fue una expedición financiada por la Corona española en la época ilustrada de Carlos III.
A Alejandro Malaspina se le ha comparado con Cook, La Pérouse y Humboldt. Noble italiano, oficial de la Armada y súbdito de la Corona española, en 1789 se puso al frente de una ambiciosa expedición compuesta por dos corbetas, Descubierta y Atrevida y una tripulación de 204 seleccionados tripulantes.
Entre los tripulantes había tres naturalistas (Antonio Pineda, Tadeo Haenke y Luis Née), seis dibujantes y un cartógrafo, entre los que estaban Guerra, Espinosa y Tello, Juan Gutiérrez de la Concha o Felipe Bauzá.
Los objetivos científicos fueron los de realizar levantamientos cartográficos, estudios etnográficos y de historia natural. También realizar informes sobre tráfico portuario, comercial y la producción económica. Los objetivos políticos eran secretos: el estado del imperio y la actitud de la población. En futuros artículos nos extenderemos sobre esta gran expedición científica española.
Las expediciones del siglo XIX
Aunque de dimensiones mucho más modestas que las expediciones de la época del imperialismo europeo, en el siglo XIX hubo algunas expediciones científicas españolas herederas de las del siglo anterior.
Es el caso de la Comisión Científica del Pacífico (1862-1865), que se orientó a recorrer las costas atlántica y pacífica de los ya ex territorios españoles. Su itinerario recorrió las islas Canarias, Cabo Verde, Brasil, río de la Plata, la costa patagónica, islas Malvinas, cabo de Hornos, Chiloé, costas chilenas y peruanas y California.
El Pacífico en la actualidad: pocos vestigios españoles
En la publicación ‘España y el Pacífico: un breve repaso a las expediciones españolas de los siglos XVI al XVIII’ la doctora Ana Verde Casanova explica que “se puede decir que en la actualidad, muy poco queda de la huella de España en la geografía de Pacífico que recuerde estos descubrimientos».
A su juicio, sólo se conserva una mínima parte de la toponimia original española, de lo que son ejemplo nombres de archipiélagos. Es el caso de las Filipinas, Marianas, Carolinas, Marquesas, Salomón, Juan Fernández o Galápagos. También de islas como de Nueva Guinea, Guadalcanal, Santa Cruz, Isabel, Pascua y Australia, así como algún topónimo geográfico como el Estrecho de Torres o Bahía Dudosa (Doubtful Sand).
Por otra parte, Verde Casanova, considera que «si la presencia de España en el Pacífico fue activa y pionera desde el siglo XVI al XVIII, una colonización efectiva sólo se dio en las Filipinas».
«En menor grado en las Marianas, evangelizada por los jesuitas en 1668. El resto de la Micronesia, Carolinas, Palaos y Marshall, quedaron sin colonizar, aunque en 1886 se fundó en la isla de Ponapé una pequeña colonia llamada Santiago de la Ascensión, localidad que hasta hoy se conoce con el nombre de Colonia”, detalla.
FUENTES UTILIZADAS
Atlas de los Exploradores Españoles. Sociedad Geográfica Española. 2ª edición 2018
Descubrimientos españoles en el mar del sur. Amancio Landin Carrasco. Editorial Naval. 1992
The Spanish Lake:The Pacific since Magellan. Oskar Hermann Khristian Spate. ANU Press, Australia, 1979. Primera edición en español: Casa Asia, España, 2006
El océano Pacífico: Navegantes españoles del siglo XVI. Carlos Prieto. Alianza Editorial. 2019
España y el Pacífico: un breve repaso a las expediciones españolas de los siglos XVI al XVIII. Ana Verde Casanova. Museo de América. Madrid. 2002
La presencia española en el Pacífico: de la Ilustración al desastre. Enrique Martínez Ruiz. Universidad Complutense de Madrid. 2009
Las islas de la imprudencia. Robert Graves. Edhasa, Barcelona, 2003
Navegantes españoles en el Océano Pacífico. Luis Laorden Jiménez, doctor ingeniero de Caminos. 2ª edición – noviembre 2014
Expediciones españolas en el Mar del Sur. National Geographic en español.
Sociedad Geográfica de España. Galería de Exploradores.
Acción Cultural en el Exterior. La exploración del Pacífico.
España ha enseñado al resto del mundo a navegar por mares ignotos que nadie se atrevía a explorar.A ver cuando se nos re conoce que hemos sodo una gran nación no como ahora nos da vergüenza decir quienes somos.
Hola, soy Eduardo de México, vi este artículo sugerido por Facebook. Gran investigación y lo que más me gustó fueron los mapas de las rutas en Google Maps.
Es una pena que ese esplendor de exploraciones y conquistas esté ahora en el olvido y sin un reconocimiento merecido, pero este tipo de investigaciones y publicaciones hacen lo justo. Muchas gracias por su trabajo y compartirlo.
Está muy bien el artículo, a pesar de algunas inexactitudes, como el nombre de la isla de Pascua, que le fue dado por los holandeses, que fueron los primeros europeos en escalar en ella, y no por los españoles. No menciona el descubrimiento para Europa de las islas de Vava’u (Tonga) por el gallego Mourellle de la Rúa, y coloca a Humboldt a la altura de otros navegantes como Malaspina, Cook o La Perouse, cuando él no pilotó ningún barco, iba de pasajero y sólo visitó Sudamérica. Y en las Salomón no menciona otras islas nombradas por los españoles, sólo Guadalcanal y Santa Cruz, ignorando Santa Isabel, San Jorge, Florida y varias más.
Buenos días,
Ante todo sigo el blog porque valoro mucho el trabajo y el enfoque, y habitualmente no comento en internet pero, vista la pretendida seriedad de este espacio me permito transmitir esta inquietud. Me llama la atención que no se haga mención alguna al debate, nada nuevo a esta altura, en torno a la categoría «descubrimiento», la cual sirve para caracterizar la mayoría de los sucesos que se presentan. En el mismo sentido quizás, no hay casi ninguna mención a los habitantes de estos lugares y desde ya ninguna imagen de ellos, al menos histórica (con las consideraciones que ese tipo de representaciones puede suponer). Todas las imágenes son de paisajes sin intervención humana aparente.
Espero esto se entienda como un aporte constructivo y bien interesado al trabajo de divulgación muy valioso que realizan.
Saludos cordiales desde Argentina.
Gracias por su comentario. En cuanto a las fotografías de paisaje, tiene Vd razón. El objeto de este artículo es hacer más hincapié en las numerosas exploraciones y la inmensidad de territorio que se exploró. En otros artículos -los Estados Unidos españoles, el galeón de Manila, etc.- se habla más de la interacción con los naturales.
En cuanto al viejo debate sobre la palabra descubrimiento, efectivamente el asunto da para largas disquisiciones, y las opiniones son diversas. Yo la he utilizado lo justo en este artículo -excepto en referencias formales “era de descubrimientos“, etc, se habla más de exploraciones, etc-, pero no me importa entrarle a este trapo… no soy particularmente desfavorable a esta definición. Ya que la acepción que se le da es más en un sentido de “socialización” o apertura a las demás naciones… muchos de los habitantes de América o el Pacífico pensaban que eran los únicos habitantes del mundo -incluso se autodenominaban así en su lengua-… y por otra parte, se utiliza en otros ámbitos (Marco Polo y las especias, la pólvora, Vasco de Gama,…). Se piensa que los vikingos llegaron a América los primeros -de Occidente, se entiende-… pero en cualquier caso se lo guardaron para ellos… tal vez la expresión más correcta sea “descubrir para el mundo”. En todo caso, interesante debate, aunque a mi juicio no cambia nada de los hechos ocurridos en cada momento