‘The Phantom Atlas’ (El Atlas Fantasma) es el título del libro publicado por Edward Brooke-Hitching. En él se recoge un compendio de errores cartográficos que transportan al lector a lugares que nunca existieron.
Esta obra, disponible de momento sólo en inglés, recorre ciudades, territorios, cadenas montañosas e islas que los cartógrafos creyeron en algún momento existentes.
Así, el libro recorre fallos ya míticos, como el estrecho de Anián, que se creyó la ruta hacia el paso del Noroeste a finales del siglo XVI. También se habla del mapa de Zeno, del siglo XIV, basado en una expedición que probablemente nunca ocurrió.
Edward Brooke-Hitching es un coleccionista de mapas que sabe transmitir con maestría las historias que los mapas esconden. Su libro está perfectamente ilustrado con mapas antiguos erróneos.
Cada uno queda acompañado por profundas investigaciones sobre quienes estuvieron detrás de esos mapas, con sus fallos y los motivos que les llevaron a hacerlo. Eran humanos, sí.
La obra pasea por errores cartográficos pero también hay espacio para las invenciones. Como ejemplo, un mapa de 1766 muestra la Patagonia e incluye imágenes de gigantes con barba caminando con arcos y flechas.
Fernando de Magallanes fue el primero en referirse a estos hombres y mujeres de tamaño desproporcionado durante su circunnavegación de 1522.
Los avistamientos de gigantes continuaron hasta 1766, cuando John Byron y su tripulación del HMS Dolphin dijeron haberlo encontrado durante su expedición sudamericana.
A raíz de su testimonio el por entonces secretario de la Sociedad Real Británica escribió en una carta a la Academia Francesa de Ciencias afirmando que «la existencia de gigantes estaba confirmada».
El ártico como confluencia de los mares
¿Por qué las brújulas apuntan hacia el norte? Porque hay imanes que las atraen. Esta idea llevó a pensar a los cartógrafos que debía de haber un enorme imán en el Polo Norte. Y ese fue el razonamiento detrás de el siguiente mapa, que muestra el Ártico con una montaña magnética en su centro.
Nada más y nada menos que Gerardus Mercator, el cartógrafo por excelencia, autor de la proyección que aún hoy utilizamos en los mapas, combinó esta lógica con los detalles de un texto medieval perdido llamado «Inventio Fortunata».
Describió al Polo Norte como la confluencia de los mares del mundo, que fluían sin cesar hacia un abismo. El Rupes Nigra, una roca «negra y reluciente» de 33 millas de circunferencia y tan «alta como las nubes», estaba rodeada por un mar interior.
La isla de California
Aunque no hay un acuerdo sobre cómo ocurrió, lo cierto es que California fue representada durante muchos años como una isla.
Una teoría apunta a que una expedición española por la costa Oeste norteamericana del monje carmelita Antonio de la Ascención en 1602 creó el mito.
El error está muy ligado a la creencia de la existencia del estrecho de Anián, un supuesto estrecho que conectaría el Pacífico con el golfo de San Lorenzo.
Sea como fuere, California fue repetidamente considerada una isla enteramente separada del continente. La primera mención conocida de una legendaria isla de California se encuentra en Las sergas de Esplandián, una novela de caballerías publicada en Sevilla en 1510.
A pesar de los informes contradictorios de los exploradores de la región, California siguió siendo representada como una isla en los mapas hasta 1747, cuando el rey Fernando VI se vio obligado a emitir un decreto por el que se afirmaba que «California no es una isla».
El misterio de la Isla Bermeja
Hay casos de islas cuyo misterio se ha remontado hasta hace bien poco. Es el caso de la Isla Bermeja, supuestamente situada en el Golfo de México, a más de 100 kilómetros al noroeste de la península de Yucatán.
Desde la llegada de los primeros europeos a las aguas de la Península de Yucatán y al Golfo de México, la presencia de islas, bajos y arrecifes en las costas representó una amenaza para la navegación. Entre las islas que pronto se registraron figuraba la de Bermeja.
De los textos y cartas del Padrón Real pronto pasaron a la cartografía europea y, durante siglos, su presencia se repitió en todos los mapas. Sin embargo, algunas dudas surgieron y en 1775 se realizó la primera expedición para comprobar su existencia. El resultado fue negativo, como lo serían todas las búsquedas que siguieron.
Investigaciones recientes, cerradas en 2009, y ya oficializadas por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) de México demuestran que la isla en cuestión nunca existió. Se ha tratado de un error cartográfico que perduró durante siglos detrás del que, por su posición geoestratégica, es posible que haya habido más intereses.
El gran río de Australia
Hay mapas que son puramente especulativos. Es el caso del mapa que acompaña a la obra de Thomas J. Maslen, titulada ‘The Friend of Australia’ y fechada en 1830. Por entonces, el autor sugería que desde el centro de Australia un gran río tomaba rumbo al noroeste, en la zona donde realmente se encuentra el desierto de Simpson, la mayor área de dunas de arena en el mundo.
Java «la grande»
En este mapamundi, realizado con la perspectiva contraria a la habitual hoy en día (todo en la cartografía es cuestión de perspectiva), aparece un misterioso continente en la esquina superior izquierda. Se trata de Java la Grande. Era, según relato de marco Polo, la mayor isla del mundo; vecina de lo que él llamaba Java Menor, la actual Sumatra.
Los cartógrafos tendieron a pensar que en esa zona del mundo debía de haber una masa de tierra suficiente capaz de hacer de «contrapeso», por ello dibujaban en este área a una masa de tierra de similares dimensiones de África.
Las montañas africanas inexistentes
Precisamente en África, a lo largo del siglo XIX era frecuente que los mapas recogieran las montañas Kong. Por lo general, se representaban con su nacimiento en las tierras altas del Golfo de Guinea. Se prolongaban de manera casi recta por debajo del desierto del Sáhara.
Aparecieron por primera vez en los mapas en 1789. Fue a raíz de las expediciones a África Occidental del explorador escocés Mungo Park. Park exploró una buena parte de África Central y Occidental y fue el primer europeo en atravesar la parte media del río Níger. Pero, tal y como explicamos en su día en este blog, esas montañas nunca existeron.
*Puedes encontrar ‘The Phantom Atlas’ (sólo disponible de momento en inglés) en La Tienda de Geografía Infinita.
Hecho en falta también el Estrecho de Cattigara, que debía unir el oceano Atlantico y Pacifico. Esta representado en el mapa que se firma en el Tratado de Tordesillas.
Pd: muy buen articulo.
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Como siempre, estupendo artículo. Esta vez hace dos referencias concretas a mi país, así que compartí la liga en https://www.facebook.com/Historia-de-M%C3%A9xico-y-el-mundo-que-lo-rodea-149338091868774/notifications/
Al parecer el misionero jesuita Eusebio Kino fue el primero que vio que Baja California no era una isla, sino una península. Me hizo mucha gracia eso de que Fernando VI tuvo que hacer un decreto estableciéndolo.
Como siempre, muchas felicidades por su blog.
Saludos desde México.