Este artículo es la segunda parte de la crítica que Gonzalo, editor de esta revista online, me propuso hacer de este otro artículo. Como indiqué en una entrada anterior, mi respeto por la persona que ha escrito dicho texto es absoluto, y solo quiero dar mi punto de vista desde el conocimiento que he ido adquieriendo desde que empecé la universidad hasta la actualidad. Creo que tiene muchos aspectos debatibles y solo pretendo plasmar mi punto de vista.
Podéis leer la primera parte aquí. En ella hablo de la historia del castellano o español en Cataluña y discuto algunos puntos a los que se hace mención en el artículo del que surgió esta crítica. El otro tema del que habla su autor es del nacimiento del español como koiné peninsular medieval.
Y sobre este tema hablaré hoy.
Español y castellano
El autor hace mención a que el español y el castellano no son lo mismo. Según él, o según el libro en que basa la primera parte de su artículo, el castellano era el dialecto nacido en la zona de Castilla, mientras que el español fue, literalmente, “una lengua de urgencia que hablantes de vasco, es decir, los únicos peninsulares que no disponían de un romance, articularon para entenderse con sus vecinos”.
El español fue, por lo tanto, una koiné nacida entre los vascos que necesitaban hablar con los romanceparlantes. Como prueba de ello, habla de las Glosas Emilianenses, documento en que se encuentran las primeras palabras en castellano (o creo que español, según este punto de vista) y euskera, vasco, vascuence o como cada uno llame a esta lengua.
Español y castellano a día de hoy
El español y el castellano son los dos nombres que recibe una misma lengua a partir del siglo XVI. Y es a partir del siglo XVI porque los nombres de las lenguas suelen derivarse de entidades políticas, y no existió una entidad política española hasta el siglo XV (grosso modo).
Hoy en día, académicamente, se usa el término castellano para la lengua medieval y español para todo lo demás. Si hablamos de castellano más allá de la Edad Media, nos estamos refiriendo a la variedad local de Castilla, un dialecto o habla regional del español como pueda ser el de los Andes, el del norte de México o el de Andalucía.
Fuera del mundo académico, según la zona, los hablantes suelen preferir uno u otro término sin que signifiquen cosas diferentes.
Koiné, lingua franca, sustrato
El autor llama koiné a un castellano “mal aprendido”, o un “romance de urgencia” de los vascos, pero esto no se ajusta exactamente a lo que el término significa.
Una koiné es una variedad de la lengua resultante de la mezcla de varias hablas diferentes, con frecuencia estrechamente emparentadas, que sirve para que, una vez dominada, muchos hablantes se entiendan sin dificultad.
Existe el debate, no exento de justificación, de si deberíamos llamar a cualquier forma normalizada de lengua una koiné. Podría ser, pero no entraré ahí para no liar el tema. El caso más famoso es el de la lengua griega que Alejandro Magno expandió gracias a sus conquistas, primer caso de una especie de “estandarización” de lengua, al menos en Europa.
Sin embargo, el uso de este término en el artículo se aleja de lo que acabo de explicar. Parece, más bien, que lo usa para hablar de una relación de sustrato, en este caso un romance influenciado por una población de habla vasca. El sustrato es el resto que una lengua anterior deja en la lengua nueva cuando esta llega a su zona y se impone. Puede ser fonético, morfológico, léxico, sintáctico…
Por ejemplo, el latín de Hispania tuvo sustrato ibérico, celta, lusitano (sustrato que todavía puede rastrearse en español, portugués, catalán…), etc; dependiendo de cada zona. Si hubiera existido una koiné entre el español y el euskera, ahora hablaríamos algo muy distinto.
La diferencia entre relación de sustrato y koiné es grande. Por ejemplo, el inglés tiene más palabras de origen latino que anglosajón, y no es una una koiné por ello. El euskera normativo, que mezcló rasgos de dialectos bastante diferenciados, podría ser, como en el caso anteriormente mencionado del griego, una koiné.
En otro momento del artículo, parece confundir koiné con lingua franca, es decir, una lengua que usa mucha gente en diferentes territorios. El ejemplo más sencillo es el inglés. Un sueco, un indio, un colombiano y un japonés podrían usar entre ellos el inglés para comunicarse. Están haciendo uso de una lingua franca.
El inglés, sin embargo, no mezcla elementos del japonés, el hindi, el español o el sueco, es una lengua diferente de todas esas, pero cuyo extenso conocimiento la hace de uso generalizado. En el artículo da la impresión de que se quiere hablar de lingua franca en determinado momento, pero se sigue usando el término koiné.
Las Glosas Emilianenses
Además, esta prueba de las Glosas Emilianenses podría ser doblemente incorrecta: no son el primer testimonio de castellano, tampoco de vasco. Hay palabras escritas en vasco en alfabeto latino de la época de dominación romana, sobre todo, en la zona francesa. Sí son el primer documento no epigráfico de la lengua euskera, es decir, no escrito sobre piedra.
Sobre las palabras en castellano, sencillamente, no es castellano, sino romance navarroaragonés, una de cuyas formas hoy a duras penas sobrevive en el norte de Aragón y recibe el nombre de aragonés.
Es cierto que no hay unanimidad al respecto. Algunos autores, incluidos algunos pesos pesados como Menéndez Pidal o Alarcos, decían que las Glosas estaban escritas en una koiné (ahora sí) que mezclaba rasgos del castellano de diferentes zonas. Es decir, en esta hipótesis, lo que hay escrito en las Glosas sería una mezcla de castellano y navarroaragonés, dos lenguas estrechamente emparentadas que han creado un estándar común para entenderse.
Pero hay un problema, ¿dónde está esa koiné? ¿Solo en las Glosas Emilianenses? Porque las características lingüísticas que encontramos de la lengua ahí escrita no coinciden con las del castellano escrito en cualquier otro lugar, y lo que tienen en común se explica, simplemente, porque son lenguas genéticamente muy cercanas.
Esta teoría es criticada hoy, y, en mi opinión, es que los rasgos del texto muestran una fuerte evidencia de adscripción al grupo aragonés. Si se parece al navarroaragonés y tiene rasgos de navarroaragonés, es que es navarroaragonés. Navaja de Ockham. El primer documento con palabras en castellano son los Cartularios de Valpuesta, que están en la provincia de Burgos. Casualmente, esta teoría de la koiné en las Glosas tenía aún fuerza en la época en que se escribió el libro que menciona el artículo.
Esto no significa, por supuesto, que el castellano, el navarroaragonés o el asturleonés fueran bloques impermeables. Todos eran propensos a recibir influencias de sus lenguas vecinas, como cualquier otra lengua en cualquier otro momento. El castellano, al encontrarse entre el asturleonés y el navarroaragonés, recibiría más influencia de estas que de otras más lejanas geográficamente. Pero recibir influencias por vecindad, o como se llama técnicamente, una relación de adstrato, no implica ser una koiné.
La teoría de la koiné en el caso francés
La teoría de la koiné no es ninguna invención extraña, no quiero que se me malinterprete. No estoy tomando por loco a nadie. Se piensa que el francés actual nació precisamente así. El norte de Francia fue, durante la Edad Media y hasta el siglo XIX, un territorio con muchas lenguas.
Durante la Edad Media, se fue creando una idioma escrito común para que todos pudieran entenderse. Esta lengua era apenas hablada, pero se usaba entre personas de clase alta de distintos lugares y documentos comerciales, legales o de cualquier índole en todo el norte de Francia.
Cuando se empezó a dar importancia a las lenguas romances, decidieron impulsar esta lengua escrita, la que tenía prestigio, que acabó desplazando en el habla a las lenguas locales. Tanto, que todos los idiomas del norte de Francia son ya, casi, un recuerdo.
¿Cómo sabemos esto? Porque tenemos textos de gente que no dominaba muy bien esa koiné y que evidencian rasgos locales. Por ejemplo, se ha demostrado que el habla de París no coincide con esa lengua de cultura que se ha desarrollado hasta ser el francés de hoy.
No se sabe si el castellano nació como koiné
¿Puede demostrarse lo mismo en el caso del castellano? Actualmente, no. No hay ningún documento en que se demuestre que alguien estaba intentando hablar o escribir algo que no era su lengua (en Castilla, claro está). Las Glosas Emilianenses no son una koiné lingüística castellana con rasgos navarroaragoneses, es navarroaragonés medieval (evidentemente, hay que tener en cuenta que serían lenguas muy, muy cercanas).
Pero lo cierto es que, aunque unos piensen que el castellano nació como koiné y otros que no, no se sabe. Y admitir esta carencia de conocimiento, esta vía abierta o no resuelta, es la única actitud científica adecuada.
He expuesto mi rechazo a tal teoría (admitiendo, sin embargo, claras influencias y traspaso de rasgos como cualquier lengua en contacto), pero ahora voy a aceptarla. El castellano nació como koiné. ¿Podríamos decir que como koiné peninsular?
También lo dudo. Si nació como una koiné, lo sería para la zona en que los futuros utilizadores de esa forma «estandarizada» vivían. Es decir, sería una koiné para la zona central de la península, o sea, el reino de Castilla, Aragón (reino, no corona) y León a lo sumo. No parece que esta koiné tenga mucho sentido en las franjas occidental y oriental.
El castellano medieval y su situación en la península
Si rechazamos la teoría de la koié, ¿debemos entender, pues, que lo que hablaba la gente en Castilla era exactamente lo mismo que se escribía? Por supuesto que no, pero eso no ha pasado en ninguna lengua del mundo en ningún momento de la historia, ni siquiera ahora.
Lo que escribimos es una forma elaborada y reinterpretada de lo que hablamos. La lengua estándar, usada, normalmente, en la comunicación escrita, dista bastante de la comunicación oral. El castellano que se escribía en la Edad Media era lo que en aquella época se consideraba culto, docto y, en general, buen castellano, como cuando escribimos una carta de presentación para un puesto de trabajo. Esta lengua es muy distinta a la que usamos cuando estamos en una situación relajada con nuestros amigos tomando un tinto de verano en una terraza.
El autor del artículo pasa, a continuación, a mencionar un texto publicado en Lovaina en 1559, en el que menciona que las lenguas de España son el árabe, el vasco, el catalán y lo que el autor llama “lengua vulgar de España”. No parece una descripción especialmente exhaustiva, porque se dejó en el tintero al aragonés, al asturleonés y al gallego (ya no gallegoportugués, pues la división definitiva de ambas lenguas, aún hoy discutida y siempre con la imprecisión que este proceso lingüístico tan lento y prolongado conlleva, se establece de manera convencional en el siglo XV), como mínimo.
Dice que él la llama lengua vulgar, y que es conocida como lengua española generalmente, así como entendida ampliamente por todos los hablantes de las demás. El autor del artículo se muestra muy sorprendido y lo considera una prueba irrefutable de la expansión de español-koiné. Merece un análisis.
El distanciamiento entre las lenguas de la Península
Entender no significa hablar, parece una obviedad, pero merece la pena recalcarlo. Las lenguas romances, salvo excepciones como el francés y el rumano, se parecen mucho entre ellas. Actualmente, con mayor o menor dificultad, un hablante de una puede entender, de manera imprecisa y a grandes rasgos, el tema del que trata un diálogo en otra. A veces, por supuesto, no entenderá nada, estoy generalizando.
En casos particulares, como por ejemplo el español y el gallego, o el español y el catalán, la comprensión no se hace especialmente difícil (repito, en general). Esto ocurre ahora, en el siglo XXI, después de siglos de evolución, o lo que es lo mismo, distanciamiento. Estas lenguas, en el siglo XVI, eran mucho más parecidas entre sí que ahora, por lo tanto, la comprensión sería incluso más fácil.
Solo tenéis que entrar en YouTube y poner un vídeo en gallego, me resultaría extraño que no lo entendierais, lo mismo en el caso del catalán, aunque en este caso la comprensión se haga un poco más complicada que con el gallego. En el texto del siglo XVI también se podría haber dicho que el leonés era entendido en toda la península, y eso no haría de él una lengua generalizada.
Muchos daréis por válida esta argumentación pero seguiréis preguntándoos por el vasco. La comprensión aquí es imposible. Ciertamente, parece que una gran parte de la población vasca sí era, en general (habría, por supuesto, excepciones) bilingüe desde tiempos muy remotos, incluso desde antes de la aparición del castellano, en tiempos del latín.
El romance en tierras de Navarra y País Vasco parece algo ligado a la aristocracia, a la cultura y a las clases dominantes, que, por otro lado, también debían dominar el vasco para comunicarse con las clases más humildes.
Resumen
En resumen, el castellano no fue una koiné, era un conjunto de hablas (porque ninguna lengua es geográfica ni socialmente homogénea) que nació en el norte de la provincia de Burgos y recibió influencia del vasco por vecindad (adstrato) y porque en el condado de Castilla, zona de confluencia de gentes de muy diverso origen, muchos serían hablantes de vasco (sustrato).
Con el tiempo, esta lengua desarrolló una forma más o menos normativa en la que se escribieron los textos medievales y que, como las lenguas actuales, no representaría exactamente la forma de hablar de su población, sino un constructo culto.
Bien, es natural pensar (supongo) que si había el latín como lengua culta e imperial y había otras lenguas o dialécticos regionales y múltiplos, el intento de homogeneizar alguna forma de comunicación entre ambas, podría ser llamado de Koiné. O tal vez la «Koiné» sería el conjunto de esas lenguas romances, que en un momento específicamente político e histórico, sufre la imposición del «Castellano»… que obviamente con su expansión, aparecería como concepto necesario; el «Español». La pregunta que yo me haría, es sobre la relación histórica y lingüística, entre esos idiomas de la «Eureska» y los demás dialectos o lenguas existentes en la penísula ibérica, contemporáneos al castellano.
Y cual era la koine de la península antes del latín?
Hola:
Pues, ninguna. Había diversas lenguas: ibero, vasco, lenguas celtas, lusitano… y también fenicio y griego en sus respectivas colonias. Es de suponer que las civilizaciones más desarrolladas culturalmente podrían haber desarrollado alguna koiné, pero se usaría solo en su ámbito cultural y, en ningún caso, sería común a toda la península.
Un saludo.
Me encantó tu artículo. Se nota que conoces de Lingüística y Sociolingüística. Nelson Aguilera (Paraguay).
Gracias por el articulo Bernardo, siempre he pensado que el español no existia y que fue el nombre que le dieron al castellano en latinoamerica.
Personalmente nunca he escuchado que la lengua fuera el español sino el castellano. De hecho, en el colegio, la asignatura se llamaba lengua castellana y no español.
Todas las lenguas evolucionan y el castellano de hoy en dia, seguro que no sera el mismo que dentro de 400 años pero por eso no quiere decir que sea otra lengua.
Bueno solo me refiero a los vascos que nunca se han integrado con los demás habitantes de la Peninsula.
Yo pienso que los vascos, nunca han aprendido nada, al estar encerrados al planeta menos los 8.000,o ballenas…son incapaces de hablar algo como todo el mundo habla… El Español o Castellano…