Cuando estudiaba en la Universidad, en Salamanca, todos los años me llamaba mucho la atención el paso de los ganaderos por la ciudad.
En plena noche, cuando el tráfico era menor, el ayuntamiento cortaba una de las avenidas principales y de mayor tamaño para que los pastores pasaran con sus ovejas. Imaginad qué espectáculo: cientos y cientos de ovejas transitando una avenida con sus cascabeles, balando, y el pastor al final, controlando que ninguna se extravíe.
En Madrid, desde 1994, se celebra la fiesta de la trashumancia, en la que ocurre algo parecido a lo que presencié en Salamanca.
Estas celebraciones son lo que queda de uno de los gremios más importantes de la Europa medieval y uno de los primeros dedicado a la ganadería: el Honorable Concejo de la Mesta.
Orígenes del Concejo de la Mesta
Debemos situarnos en el contexto de la época de la Reconquista peninsular, término no exento de polémica actualmente. Los musulmanes conquistaron la península a principios del siglo VIII, pero muy pronto surgieron grupos de resistencia cristiana en la zona noroccidental. Al poco tiempo, los francos crearon una zona defensiva en la zona nororiental conformada por condados que fueron consiguiendo progresivamente autonomía. Esta autonomía se acabaría convirtiendo en una independencia de facto y más tarde sería también de iure.
Entre la zona musulmana y la zona cristiana siempre existió un terreno fronterizo que podía alcanzar hasta los 100 km de anchura. Esta tierra de nadie se iba desplazando hacia el sur según los reinos norteños conquistaban territorios.
Ni la población musulmana ni la cristiana quería vivir en esa área fronteriza, ya que en verano y primavera, cuando hacía buen tiempo, se iniciaban las campañas militares. Por ello, lo cultivado sería, muy probablemente, quemado, destrozado o robado durante la guerra.
Sin embargo, esta zona supuso una ventaja para los ganaderos: sus animales podían alimentarse con los pastos que crecían sin molestia alguna gracias a la ausencia de la acción de los humanos. Además, solían estar desplazándose continuamente, por lo tanto, podían escapar fácilmente de las contiendas bélicas si se veían cercanos a alguna.
Nacimiento de la Mesta
El problema surgió durante el reino de Fernando III. Sus grandes conquistas en Andalucía hicieron que el territorio interior fuera una zona segura, por lo que empezó a ser colonizado. Con la repoblación llegaron los agricultores, y estos no querían que el ganado trashumante se comiera sus cosechas. Surgió entonces el conflicto entre ganaderos y agricultores, y el rey Alfonso X, hijo del anterior, tuvo que mediar.
Se pactó con las asociaciones de ganaderos ya existentes unos caminos por los que transitar y no molestar a los agricultores. El rey fundó, así, el Concejo de la Mesta, que más tarde se llamó Honrado Concejo de la Mesta.
Época de apogeo de la Mesta
Para que el ganado no dañara los cultivos, se crearon unos itinerarios especiales que, dependiendo del tamaño de la vía, recibían diferentes nombres. Estas vías pecuarias podían ser cordeles o cuerdas (37,5 metros de anchura), veredas (de hasta 20 m) o coladas (menores de 20 m) las de menor tamaño, o cañadas (72,22 m), las de mayor. Las cañadas más importantes eran conocidas como cañadas reales.
Los ganaderos que pertenecían a la mesta obtuvieron privilegios reales, como la abstención del servicio militar y ventajas fiscales.
Su influencia se debía a la importancia de la oveja en Castilla. La oveja merina, proveniente, probablemente, del norte de África, da una lana de excelente calidad que se convirtió en el primer producto en exportaciones del reino; era una parte sustancial de la economía. La oveja churra, la otra variedad, también era importante para consumo humano.
La Mesta celebraba dos asambleas al año, una en el sur de la península y otra en el norte. Principalmente se debatían los cargos internos (presidente) y cómo se iban a organizar los itinerarios. El poder de la institución fue tal, que a finales del siglo XV corría entre el pueblo la expresión Tres Santas y un Honrado tienen al pueblo agobiado. Eran la Santa Inquisición, la Santa Hermandad, la Santa Cruzada y el Honrado Concejo de la Mesta.
Decadencia y desaparición de la Mesta
Uno de los secretos de la masiva exportación de lana desde Castilla a toda Europa fue precisamente la oveja merina. El producto era de una excelente calidad, y durante siglos Castilla primero y España después tuvo un auténtico monopolio. Sacar ovejas del país estaba terminantemente prohibido y se castigaba duramente.
En el siglo XVIII, sin embargo, el rey Felipe V de Borbón regaló al rey de Francia, su tío Luis XIV, algunos ejemplares, y su crianza se fue extendiendo en el país vecino. La pérdida del monopolio fue un duro golpe para la economía.
La creciente y pujante industria rivalizó desde sus inicios con el Honrado Concejo y veía sus privilegios como una amenaza. Al mismo tiempo que la industria ganaba importancia, la Mesta la iba perdiendo.
Las guerras napoleónicas habían destrozado el país, tanto sus ciudades como sus infraestructuras, y las cañadas reales se vieron muy afectadas. Además, y como consecuencia también de las catastróficas guerras napoleónicas, el Estado se vio cada vez con una mayor necesidad recaudatoria. Así, los privilegios fiscales de los ganaderos de la Mesta fueron desapareciendo.
La actualidad de la trashumancia en España
El Honrado Concejo de la Mesta desapareció legalmente en 1836. Pero, al mismo tiempo que desaparecía, nació la Asociación de Ganaderos del Reino, la legítima sucesora de la histórica institución que sigue existiendo actualmente.
Hoy, la mayoría de las cañadas ya no son de uso pecuario. Sin embargo, muchos caminos se conservan y se han convertido en rutas de senderismo o para ciclistas. Las poblaciones fueron creciendo y asimilando las cañadas que pasaban por su contorno. Algunas se convirtieron en calles, como la importante calle Atocha de Madrid.
En el medio rural, los propietarios de eras situadas junto a las cañadas fueron agrandando sus terrenos a su costa.
CONTINUAMENTE SIGO APRENDIENDO DE LA HISTORIA Y LOS TEMAS QUE VAS RELATANDO CON TUS ESCRITOS , SIEMPRE MUY INTERESANTES. ANA.