China es una gran potencia que, seguramente, va a desempeñar un gran papel en el siglo XXI. No es para menos con las cifras que maneja el antiguo Imperio del Centro. Es el país más poblado del mundo (con más de 1500 millones de habitantes), el tercero en extensión territorial con más de 9 millones de kilómetros cuadrados y con un crecimiento económico apabullante.
Sin embargo, apenas un siglo y medio atrás el panorama de China era muy diferente. A pesar de su enorme tamaño y potencia, el último siglo de existencia del Imperio chino fue una sucesión de guerras, revoluciones y tratados desiguales que casi llegaron a la partición territorial (como ya le ocurrió a África).
La relación comercial entre China y Occidente
El contacto comercial entre China y Occidente arranca bastante atrás en la Historia. El Imperio Romano ya comerciaba con los emperadores chinos y tras el freno que supuso la Edad Media, los contactos, al socaire de la Era de los Descubrimientos, se volvieron a restablecer.
En los siglos XVI-XVII-XVIII, se puede incluso afirmar que la balanza comercial china con los países occidentales era claramente favorable a estos primeros. Circulaba una afirmación, como demostración de la riqueza china, según la cual “China produce el mejor alimento del mundo, el arroz, la mejor bebida del mundo, el té, y el mejor textil del mundo, la seda; no necesita nada del resto del mundo.”
Sin embargo fue el desarrollo de la Revolución Industrial en Europa y la expansión imperialista de las potencias europeas (a la que se sumarían los japoneses y estadounidenses) las que rompieron el equilibro. China se presentaba como un inmenso mercado para los productos europeos y avivaron una feroz rivalidad imperialista entre potencias.
La guerra del opio
Hubo un producto, en concreto, que desató incluso una guerra. Nos referimos al opio, consumido tradicionalmente por la población china, y también por algunos círculos intelectuales de Europa.
Gran Bretaña pretendía que China abriera su mercado pero el gobierno chino se oponía severamente a la importación del opio, cuyo tráfico fue prohibido por varios decretos en 1796,1800,1814 y 1815. Incluso el Comisario imperial Lin fue al puerto de Cantón en 1838 y ordenó cerrar las factorías extranjeras y confiscó todo el cargamento de opio existente en los almacenes.
Los cargamentos fueron destruidos y se procedió a la expulsión de la colonia inglesa. El gobierno de Londres no iba a quedarse de brazos cruzados. La Guerra del Opio (1840-142) estaba a punto de estallar.
Concesiones comerciales de China a Reino Unido
China fue claramente derrotada en la Guerra del Opio y mediante la Paz de Nankín se reanudó el comercio del opio y, lo más importante, cedió Hong-Kong a las autoridades británicas.
A partir de entonces Hong-Kong se iba a convertir en una colonia británica crucial para su imperio en Asia. Además el gobierno chino se vio obligado a realizar concesiones comerciales a los británicos en cinco puertos chinos (Cantón, Amoy, Fuchou, Ning-po y Shanghai).
La Paz de Nankín iba a establecer un precedente muy peligroso para China, el de los “tratados desiguales.” Eran supuestos tratados de paz, firmados entre China y alguna o varias de las potencias europeas, pero en una clara desventaja y debilidad por parte de China.
Los gobiernos europeos se aprovecharon para imponer sus condiciones y sacar el máximo provecho. En 1844 estos tratados concedían concesiones extraterritoriales a los extranjeros, aduanas y policía propias, jurisdicción…
Más concesiones al comercio europeo
Pocos años después tuvo lugar la Guerra de la Lorcha (1856-1858) con una destacada intervención militar franco-británica en China. Acabó con la firma de los Tratados de Tientsin (1859). Al año siguiente tuvo lugar la firma del Tratado de Pekín (1860) por el cual se crearon las embajadas europeas en la capital imperial y, otra vez, el gobierno chino procedió a realizar concesiones al comercio europeo y a las misiones cristianas.
Gran Bretaña redondeó su adquisición de Hong-Kong con la Península de Kowloon. Contamos con un testimonio excepcional de esos años terribles para el prestigio chino como la obra de Sinibaldo de Mas (1809-1868). Este diplomático y sinólogo escribió “La China y las potencias cristianas” (1860), y la conclusión más interesante es que recomendaba dividir China en zonas de influencias entre las principales potencias europeas. El reparto de China parecía una posibilidad.
A China le crecen los enemigos que quieren repartirla
Los abusos contra el gobierno chino y las depredaciones territoriales siguieron en los siguientes años: insurrección en Tientsin y envío de un cuerpo militar europeo de castigo (1870), Japón se anexiona las islas Riy,Kyu (1872), etc.
A finales del siglo XIX la integridad territorial del Imperio Chino estaba más en cuestión que nunca. Nuevas potencias quisieron aprovecharse de la debilidad china y cobrarse su porción del pastel.
Japón, la potencia asiática en ascenso, derrotó de manera clamorosa a China en la guerra chino-japonesa de 1894-95. Los japoneses obtuvieron la isla de Formosa, el puerto de Port Arthur, Weihai y las islas de Pescadores. Corea proclamó su independencia pero bajo un protectorado japonés en 1910.
Alemania, de la mano del káiser Guillermo II, inició su propia carrera imperialista y ocupó Tsingtao, obtuvo la concesión del ferrocarril de Shantung y la base naval de Kiao-Chen por 99 años.
Los rusos ocuparon Corea del Norte, recibieron en arriendo Port Arthur en 1898, así como Manchuria, donde obtuvieron derechos para la construcción de ferrocarriles. Los británicos recibieron en arriendo el puerto de Weihai, frente a Port Arthur, en 1898, y una esfera de influencia en la cuenca del Yangtsé que incluía Shanghai y Cantón.
Los franceses, ya asentados en la península de Indochina, lograron rectificaciones territoriales en la frontera con Tonkín y el predominio en el Yunnan con el arriendo de Kuangcheu en 1898.
Ante la gravedad de la situación el gobierno chino intentó aplicar un plan de reformas (“la reforma de los cien días”) aunque con escaso éxito. De hecho dos años después en 1900, tuvo lugar la revuelta de los Boxers con dramáticas consecuencias para el decadente imperio chino. Nueva derrota ante las potencias occidentales, indemnizaciones millonarias a pagar en concepto de reparaciones y un desprestigio de la política imperial sin precedentes.
Reparto de China por zonas de influencia: una visión satírica
China, a finales del siglo XIX, estaba totalmente sometida al imperialismo occidental y también al oriental (Japón). En aquel momento estaba muy de moda el uso de mapas satíricos en los cuales aparecían representadas las grandes potencias como animales o seres animados.
En una época de ferviente nacionalismo los símbolos nacionales eran un lenguaje aceptado y respetado por todos. Asimismo estamos acostumbrados a visionar la cartografía europea pero desde el lejano Japón también llegaba esa influencia.
La representación del reparto de China en un mapa japonés
La Revolución Meiji, iniciada en 1868, había acelerado el proceso de modernización del país del Sol Naciente. A su vez los japoneses también iniciaron una carrera imperialista que nada tenía que envidiar a la de los países occidentales. Así lo podemos observar en este mapa del Extremo Oriente elaborado por Tse Tsan-tai (1872-1939).
El gran oso, que representa a Rusia, acecha desde el Norte, en clara referencia a las ambiciones del zar Nicolás II sobre Manchuria, limítrofe con China y muy cerca del propio Japón.
El Reino Unido está representado por un híbrido extraño de cabeza de un perro bulldog con un cuerpo de león establecido en el sur de China. Ningún detalle en el mapa es accidental puesto que si observamos con detenimiento veremos como la cola del animal está alrededor de la península de Shantung (la colonia inglesa de Wehai fue la sede del bulldog británico en la primera versión del caricatura).
El autor japonés utiliza extrañamente a una rana para representar a Francia cuando, tradicionalmente, la ha representado el gallo. A los pies de la rana hay una inscripción con el siguiente nombre: «Fashoda». Es curioso porque es referencia clara al incidente de Fashoda en Egipto entre franceses y británicos por el cual casi llegan a la guerra en 1898. La rana tiene la isla de Hainan en su anca derecha, en referencia a Guangzhouwan, y parte de Sichuan en su anca izquierda.
Los Estados Unidos, a finales del siglo XIX, empezaron su carrera imperialista fuera de sus fronteras continentales. Es sintomática que el águila calva, animal símbolo de los USA de América, se aproxima desde las islas Filipinas por tanto, deducimos, que es posterior el mapa a 1898, año en que fueron arrebatadas las islas a España.
En el águila está escrito «La sangre es más espesa que el agua», una referencia al dicho del comodoro de la Marina estadounidense Josiah Tattnall en 1859. El Sol simbólico detrás de Japón extiende sus rayos a través de Corea hacia China, mientras que Japón pesca para Taiwán. En el plano inferior del mapa se ven las banderas de algunos países europeos destacando la de Alemania (II Reich), expectantes a participar en el reparto de China y obtener algún territorio.
Sin embargo podemos ver la bandera alemana en el norte de China en un enclave concreto (rozando con la cola del león británico). Nos estamos refiriendo a la concesión alemana de Tsing-tao que constituyó para Alemania su puerta de entrada al gigantesco mercado chino y su única base naval permanente en el exterior; orgullo de su flota.
Se encuentra en la provincia china de Shandong en el norte de China. En alemán es conocida por Kiautschou pero utilizaremos la denominación de Tsing-tao que fue su centro administrativo.
El papel de Alemania en el reparto de China
Alemania, como sabemos, llegó tarde a la lucha imperialista por el reparto del mundo. Sin embargo, una colonia alemana en China fue concebida como una doble finalidad: apoyar la presencia naval alemana y fomentar el comercio ultramarino con Alemania.
Las áreas densamente pobladas de China se presentaban como un mercado potencial a los productos alemanes. Pensadores como Max Weber exigían una activa política colonial y priorizó la apertura comercial de China pues se consideraba el mercado no-europeo más importante del mundo.
En noviembre de 1897 el almirante Diederichs ocupó la bahía de Kiautschou con su escuadrón naval. Se abrieron negociaciones con el gobierno de China y el 6 de marzo de 1898 el Imperio Alemán se retiró su ocupación y aceptó un contrato de arrendamiento de la bahía durante los siguientes 99 años (algo parecido a lo que hicieron los británicos con Hong Kong). Un mes más tarde, el Reichstag ratificó el tratado.
Como resultado de este acuerdo el gobierno chino cedió todos sus derechos de soberanía en el territorio arrendado a los alemanes. Aunque oficialmente formaba parte de China, por efecto del contrato de arrendamiento se convirtió la bahía de Kiautschou en un Schutzgebiet (protectorado alemán). El tratado también incluía las concesiones ferroviarias y las explotaciones mineras que pasaban a ser explotadas directamente por los alemanes.
El reparto de China a través de los gobernantes de las potencias
De finales de siglo XIX tenemos una visión satírica sobre el reparto imperialista de China. Esta vez no se usan animales para representar a las naciones sino le efigie de los propios gobernantes.
En este caso es más clara la identificación de cada país y el comportamiento de cada caricatura revela las intenciones de cada gobierno. Hay que tener en cuenta que la autoría es francesa por tanto su visión del reparto de China es tendenciosa e interesada.
El título de la viñeta es: «China: el pastel de los reyes y … de los emperadores» (un juego de palabras francés sobre el pastel del rey y los reyes y emperadores que desean «consumir» China). Así, un pastel representa a «China», salvando las distancias una visión parecida al “reparto” de África de 1884-85, y se divide entre varios comensales.
La reina Victoria, con rostro incrédulo, representa al Reino Unido, mientras que un agresivo Guillermo II de Alemania marca con un cuchillo el pastel para reivindicar un trozo. El zar Nicolás II de Rusia, presenta una mirada impávida pero serena, mientras que la Marianne (Francia) se muestra diplomática como no participando en el reparto, y cerca de Nicolás II, como recordatorio de la Alianza Franco-Rusa.
El samurái representa a Japón, contemplando con prudencia qué piezas debe tomar. Quizás la caricatura más dramáticamente realista sea la de la propia China encarnada por un funcionario imperial que levanta las manos para intentar detenerlos. A pesar de su espanto no puede frenar el reparto del Imperio chino ya que no tiene fuerza para imponerse.
China: una «infracolonia»
Esta caricatura representa como pocas una época concreta de la Historia Contemporánea. El feroz reparto imperialista del mundo. Como escribió el que sería primer presidente de la República China, Sun Yat-sen: “China se había convertido en una infracolonia”.
El político chino se refería a que ni siquiera disfrutaban de un estatutos colonial, propiamente dicho, que conllevara cierta modernización. Sometida por los extranjeros pero sin ser colonia.
La China del XX: ”el siglo de la humillación”
El comienzo del siglo XX no fue para nada tranquilo. Las anquilosadas estructuras del imperio Chino pronto iban a saltar por los aires. El 12 de febrero de 1912 se proclamó la República y terminó la monarquía imperial que durante milenios había regido el imperio chino.
Algunos territorios proclamaron su autonomía como Mongolia (1911) y el Tíbet (1912). El estallido de la Gran Guerra solo sirvió para ratificar el dominio extranjero sobre la República China. La concesión alemana en Kiautschou fue conquistada por los japoneses (aliados de los británicos) en noviembre de 1914 pero no retornó a la soberanía china.
Es más, en 1915 el gobierno del Japón presentó las llamadas “21 peticiones” por las cuales la China septentrional se convertía en zona de influencia japonesa. El gobierno chino declaró la guerra a Alemania en 1917 con la esperanza de congraciarse con los gobiernos aliados y rebajar sus exigencias. China se involucró en la guerra enviando a miles de trabajadores al Frente Occidental para que cumpliesen ingratas tareas como desactivar explosivos o cavar zanjas.
El Tratado de paz de Versalles (1919) ignoró, totalmente, las demandas chinas y ratificaron el estatus quo. Hubo en Pekín una gran manifestación de estudiantes enfadados contra la firma del tratado de paz. La delegación china enviada a París se negó a firmar el tratado de paz.
China presentaba un panorama complicado a principios del siglo XX. La autoridad imperial había sido suprimida pero no había sido sustituida. Comenzaron numerosos conflictos con los “señores de la guerra” provinciales. Algunos mandos militares acumularon demasiado poder político y decidieron crear una serie de poderes territoriales al margen del poder central.
La fragmentación de la estabilidad política de la república china era enorme. Seguían las concesiones y colonias extranjeras en su territorios, la aplicación de los “tratados injustos” y ya se adivina en el horizonte una futura intervención japonesa.
Mapa pictórico de China de la década de 1930
El mapa final que presentamos es un poco como resumen y fotografía estática de la situación de China a principios del siglo XX. Destaca su calidad y minuciosidad pues está jalonado de multitud de detalles en las más diversas áreas y temas: infraestructuras, economía, fauna, etc.
Este enorme y sorprendente mapa pictórico de China fue compilado por John A. Diakoff, conocido como el «Colaborador Científico de la Ex Sociedad Orientalista Rusa», y ricamente ilustrado por G. Primakoff.
Estimamos que fue elaborado en 1931 y alberga algunas curiosidades territoriales a tener en cuenta. Por ejemplo, el Tíbet está incluido como parte integrante de China aunque no fue hasta el año 1959, con Mao Ze Don al frente del gobierno, cuando este enorme territorio fue invadido y anexionado.
El caso de Mongolia también es paradigmático ya que siempre fue un protectorado exterior de China, primero como Imperio y luego como República. No había un Estado sólido en las vastas planicies de Mongolia, y Pekín ejercía una especie de protectorado que mantuvo incluso cuando Mongolia proclamó su teórica independencia en 1911 con la caida de la dinastía Quing.
Las colonias extranjeras (británicas, francesas, rusas, japonesas,..) no se distinguen muy bien. Es asombroso la cantidad de referencias culturales, económicas y naturales que despliega el mapa.
Podemos ver representados animales raros como el Thar del Himalaya (una especie de cabra salvaje montaraz), el desierto de Taklamakan con su puerta de entrada en la ciudad mítica de Kasghar, en la histórica ruta comercial conocida como ‘Ruta de la Seda’, o algunos frutos como las naranjas chinas.
En la esquina superior derecha hay otro tipo de información más humana. Referida a los lugares donde se encuentran academias militares, puertos, estaciones de ferrocarriles, escuelas tecnológicas o templos.
En España, en el Museo de Arte Oriental de Valladolid, se encuentra una copia de este mapa. Un testimonio mudo de la grandeza de la antigua China que, mediante tumultuosos procesos, iba avanzando hacia la modernidad.
Bibliografía:
-Hans-Martin Hinz, Christoph Lind: Tsingtau. Ein Kapitel deutscher Kolonialgeschichte en China 1897 – 1914. Edición Minerva, 1999, ISBN: 978-3932353178
-KINDER,Hermann y HILGEMANN Manfred. «Atlas Histórico Mundial: de los orígenes hasta nuestros días.» Akal. Edic.2007.
– MEYER,Henri. “China-the cake of kings… of emperors.»Bibliothèque Nationale de France.”
excelente reseña histórica, ahora será China quien se reparta el mundo
Pienso que la rana para representar a los franceses no es tan rara. Si no recuerdo mal, los ingleses siempre llamaron a los franceses frogs por la afición de estos, supongo, a comer ancas de rana..
Ahora china es una potencia con derecho..despues de lo que le hicieron
Coincido con Alvarado Martínez, muy concreta la reseña sobre China.
Soy Profesora de Geografía, lo estudié durante cuatro años en las cátedras Asia, Geografía Humana 1, Economía 1 y en Historia de la Geografía.
Buenos Aires , Argentina.
¡Me encantó! :) Disfruté mucho de esta lectura. Es algo que no enseñan en los libros de historia de México en educación básica.