Cada cultura tiene una idea muy clara de hacia dónde «se debe» mirar. Lo hemos abordado a menudo en esta web. La representación cartográfica esta siempre elaborada por sujetos y como tales viven en un entorno. Los condicionantes geopolíticos, entre otros tipos, inundan sin lugar a dudas las representaciones cartográficas.
Más concretamente, la elección de dónde se sitúa en norte es uno de los grandes condicionantes en la elaboración de mapas. Una de las primeras selecciones que condicionan la ejecución de un mapa está en la orientación del mismo: en si ponemos en la parte de «arriba» una u otra zona de la esfera.
Damos por hecho que lo que conocemos como hemisferio norte es el norte geográfico y en ciertos ámbitos o esquemas mentales parece no haber mucha más discusión. Pero resulta que la Tierra está de alguna manera «flotando» en el espacio por lo que a la hora de representarla no existe ningún motivo para hacerlo de un modo u otro.
La gran mayoría de los mapas se diseñan con el norte arriba. Pero no hay ninguna razón geográfica por la que una dirección sea mejor que otra. No hay un motivo científico por el que en los mapas modernos se haya asumido que el norte debe estar arriba.
Más cuando la tecnología nos permite interactuar con los mapas de tal forma que podemos orientarlos y girarlos hacia donde más nos convenga en ese momento.
La primera imagen clara y completa de la Tierra
Así lo pone de manifiesto, por ejemplo, la siguiente imagen, conocida como «The Blue Marble» (La canica azul). Es la la primera imagen clara y completa de la cara iluminada de la Tierra y fue tomada horas después del lanzamiento del Apollo 17, el 7 de diciembre de 1972.
La imagen representa la Tierra tal y como se fotografió; con la Antártida arriba, la isla de Madagascar visible a la izquierda del centro y el continente africano a su derecha. La imagen tuvo que ser invertida posteriormente con técnicas de edición de fotografía para adaptarla a la «vista tradicional» y facilitar así su comprensión.
Aunque los satélites llevaban desde la década de 1950 captando imágenes de la Tierra, no fue hasta las misiones traslunares Apollo cuando el equipamiento de color de los equipos fotográficos y la suficiente distancia de la Tierra hicieron posible captar una imagen tan icónica como esta, en la que de un solo disparo se podía captar todo el área iluminada de la Tierra.
Esta imagen se convertiría en un icono sobre la fragilidad del planeta y así fue utilizada por numerosos grupos ecologistas y políticos, haciendo de «Blue Marble» ella una de las imágenes más reproducidas de la Historia.
Mapas antiguos sin el norte arriba
En la antigüedad los mapas tenían múltiples orientaciones, muchas sugeridas por la cultura o la religión. Es el caso de la Tabula Rogeriana de Idrisi que data de 1154 y que apafrece orientada con el Sur (norte de África) en la parte superior y en el que, por ejemplo, el Mediterráneo aparece al revés de como estamos acostumbrados a verlo.
De hecho, de acuerdo con el historiador especializado en mapas Jerry Brotton, a lo largo de la Historia, el norte «rara vez fue colocado en la parte superior, por el simple hecho que de ahí es de dónde viene la oscuridad». Por su parte, el oeste se asociaba con la decadencia y la muerte.
Así las cosas, el este se prefería en muchas culturas para ser situado en la parte superior precisamente al ser la dirección por la que salía el sol. No en vano, la palabra «orientar» viene de «oriente». El sur era la segunda elección de preferencia.
Por ejemplo, los mapas medievales cristianos, hasta finales del siglo XV, representan la Tierra con el este en la parte superior, hacia el que sería el Jardín del Edén y con Jerusalén en el centro. Así, Asia se situaba arriba, Europa abajo a la izquierda y África abajo a la derecha.
Por su parte, los mapas babilonios y chinos se orientaban también al norte, igual que los de Ptolomeo, en el segundo siglo después de Cristo.
Los mapas para navegar sí necesitaban en cambio una orientación norte-sur, pero podían también haber optado por una sur-norte.
El mapa que marca un antes y un después es el de Mercator, de 1569. Fue el primero en tomar en cuneta la curvatura de la Tierra y utilizó para ello una proyección cilíndrica. Este hallazgo permitía que los navegantes pudieran utilizarlo y establecer rumbos sobre grandes distancias. Los polos norte y sur servían para poco en este mapa ya que no había interés en navegarlos.
De todos modos, los polos norte y sur se podían haber situado de manera contraria, si bien tiene sentido que siendo un mapa elaborado por europeos y siendo estos los mayores navegantes de la época, situaran el hemisferio norte en la parte superior al contar con más tierra que explorar y más población conocida en la época.
Los mapas Dymaxion, la tierra sobre un poliedro
Tampoco el norte está en la parte superior de los mapas Dymaxion. Son aquellos en los que se representa la superficie de la Tierra sobre un poliedro. Así, puede desplegarse en una red de muchas formas diferentes y aplanarse para formar un mapa bidimensional. Con ello se retiene la mayor parte de la integridad proporcional relativa del mapa del globo.
Se sabe que la Tierra es redonda desde la Antigüedad
La razón por la que el norte comenzó a ser la referencia tiene que ver con las navegaciones de exploradores como Cristóbal Colón o Juan Sebastián Elcano, quienes navegaron tomando como guía la Estrella del Norte. Con todo, el mundo que estos navegantes veían no tenía mucho que ver con el mundo conocido.
De lo que no había dudas por entonces es de la esfericidad de la Tierra. Las dudas sobre la ruta que proponía Colón en su camino a las Indias que desembocó en el descubrimiento de América eran porque se basaba en un cálculo optimista acerca del tamaño de la Tierra.
Lo mismo ocurrió con la primera circunnavegación a la Tierra que llevarían a cabo Elcano y Magallanes, quienes descubrieron en su expedición que el Pacífico era inmenso, muchísimo más grande de lo que se conocía en aquella época, entre otras cosas porque ningún europeo lo había cruzado.
Fuentes:
muy guay.
En la antigüedad clásica, los templos estaban dispuestos con la puerta de entrada hacia el Este, de forma que, con la salida del Sol, los rayos de luz iluminaran la estatua del dios custodiada al fondo del templo; aunque tras el Concilio de Nicea se estableció que fuera la cabecera la que estuviera mirando a la salida del Sol, y no la puerta.
De hecho, es curioso que la palabra «orientar» u «orientación» que todos relacionamos con cualquier mapa o plano, deriva precisamente del sentido en que antiguamente se orientaban los edificios sagrados hacia el Este (Oriente). Visto desde nuestra perspectiva europea, en Oriente se encuentra Jerusalén, la ciudad más sagrada del planeta en la que conviven mejor o peor 3 grandes religiones: judía, cristiana e islámica. Nuestras iglesias cristianas sí que «orientan», pero no al Norte, sino a Oriente (al Este).
Hoy, sin embargo, tomamos como referencia el Norte. Los puntos cardinales son direcciones interpretadas en la superficie de la Tierra que se basan en el movimiento aparente del Sol durante los equinoccios. La denominación que todos ellos tienen actualmente es germánica y escandinava. Sin embargo, estas no han sido las primeras denominaciones existentes. En la antigüedad recibían el nombre de Septentrión (Norte), Meridión (Sur), Oriente (Este) y Occidente (Oeste).
A día de hoy, el norte, también conocido como boreal, procede del vocablo protoindoeuropeo ner-, que significa “izquierda”. En relación a su posición durante el amanecer. Cuando hablamos del sur, este es el punto diametralmente opuesto al norte. La etimología de la palabra podría derivar del protogermánico sun-thaz: “Al lado del sol”.
El este, o levante, corresponde aproximadamente con el punto exacto donde el Sol aparece en el horizonte. La palabra desciende del protoindoeuropeo aus-, que significa “aurora”. Y para finalizar tenemos el oeste, lugar donde se pone el Sol al anochecer. Se cree que proviene del término latino vesper, en relación a la “tarde”. Aunque algunos expertos aseguran que su origen corresponde a la cultura griega.
También es cierto que lo conocido en la antigüedad, y centro de la «civilizaciones»vigentes en ese momento era la zona que iba desde la Europa Occidentall, hasta el Asía Oriental, lo que se consideraba, el centro de las civilizaciones vigentes en ese momento, y que el resto era u a zpna que se desarrolaria en epkcas futuras, lo que permite pensar que lo mas importante estaba al «norte» y de ahi a los futuros desarrollos.