Las biografías suelen resaltar más los éxitos que los fracasos. Igual que la memoria suele escoger entre los mejores recuerdos cuando rescata el pasado. En el Harry Beck pasa un poco igual… La historia de su mayor éxito, el archiconocido plano del metro de Londres, es mucho más célebre que la de su sonado fracaso en el metro de París.
A primeros del siglo XX la red de metro de Londres se iba extendiendo con rapidez. Cada era más difícil que los usuarios supieran cuál de las líneas de ese enmarañado sistema debían coger.
En 1908, la alcaldía elaboró un mapa de la red superpuesto a la ciudad. Fue un avance, pero aún no permitía encontrar una estación y el trayecto a realizar con sus cambios de línea de una manera sencilla. Hasta que en 1931, el por entonces el integrante de la oficina de señalización del metro, Harry Beck, comenzó a dibujar un nuevo mapa para simplificarlo.
Su diseño fue revolucionario al dejar fuera las curvas, sustituyéndolas por ángulos de 90 y 45 grados. Puso en las estaciones con correspondencia un círculo blanco y situó a todas las estaciones a la misma distancia, en el que fue el cambió más controvertido.
El hecho de situar todas las estaciones a la misma distancia fue, sin duda, una gran idea. Bajo tierra importa poco lo que está en la superficie. El metro era un universo propio. La única información relevante para el usuario es el número de estaciones que quedaban para llegar al destino o los cambios de línea que debía realizar para conseguirlo. La distancia no se medía en kilómetros, sino en estaciones. Beck diseñó todas las versiones del mapa de Londres hasta 1960.
Después del éxito de su mapa londinense, París le pidió una propuesta y en 1951 presentó una. No era, estrictamente hablando, su primer intento. Había presentado una versión en los años 40. Aunque no quedan registros, se puede especular el por qué de su rechazo entonces. Los parisinos aún estaban muy unidos a la geografía y el diagrama de Beck le rendía poco tributo.
Y a pesar de su claridad, lo mismo se puede decir de esta segunda versión. «Sólo hay que mirar a la línea 1», explica Mark Ovenden, que fue la primera persona en publicar este mapa en su libro «Paris Métro Style» (2008), después de que fuera comprado por el Museo de Transporte de Londres en 2006.
«El eje de la Línea 1 no encaja con la manera que un parisino tiene de ver la ciudad. La línea transcurre por debajo de la Rue de Rivoli, que es un eje este-oeste. Beck la sitúa en un ángulo de 45 grados», explica Ovenden en Intelligence Live Magazine.
En la parte inferior del mapa de Beck, Chateau de Vincennes, la estación por entonces más oriental de la línea 1 estaba al nivel de Charenton Écoles. En realidad es un paseo de algo más de tres kilómetros, a través del Bosque de Vincennes (no se aprecia en el mapa superior). Pero estas no eran las cuestiones más obvias: en la primera versión el Sena no aparecía.
Así, cuando el mapa fue rechazado por la empresa concesionaria, volvió a poner el río. Pero no le preocupó no incluir la Isla de San Luis, contigua a la Ile de la Cité. Lo hacía por una simple razón: no tenía estación de metro. Esto no encajaba en la mentalidad de los parisinos acostumbrados a ver las mismas cosas en el mapa de metro que en el mapa que utilizaban para la superficie. Así que el mapa de Beck cayó en desgracia.
A cambio, el mapa que triunfó fue el que mantenía las calles y superponía las líneas de metro, respetando la ortodoxia geográfica. Un plano con el que resultaba francamente difícil orientarse.
Mientras que le modelo de Beck triunfaba en casi cada ciudad que contaba con metro, el mapa de París se mantenía al margen. La ciudad de la Luz no se vio seducida por esta nueva manera de mostrar gráficamente, de un modo más sintético y práctico los trazados de las líneas de metro.
Hubo que esperar hasta el año 2000 para que el metro de París se adaptara al modelo de Beck. A día de hoy el mapa de París se presenta de manera esquemática, como la mayoría de los planos de suburbanos del mundo.
El mapa de metro de Madrid, también al margen
El plano de metro de Madrid también fue geográfico en sus orígenes. Abrió sus puertas en 1919 y desde entonces arrancó con una versión geográfica de su mapa. El metro arrancó con la Línea 1 que inauguró Alfonso XIII con 8 estaciones y 3.8 kilómetros. Realizaba el recorrido entre Cuatro Caminos y Sol.
En Madrid hubo que esperar hasta los años 80 del siglo XX para poder contar con un plano esquemático del suburbano madrileño. Posteriormente, el plano geográfico siguió siendo el más usado.
En abril de 2007, la Comunidad de Madrid cambió el plano radicalmente con un diseño más inspirado en el de Londres, con las líneas rectas como protagonistas. No había proporcionalidad en las distancias y las estaciones no correspondían exactamente con la ubicación de los barrios. De 2003 a 2007 se abrieron 80 estaciones nuevas y 90 kilómetros de red y no cabían en el mapa.
En 2013 la consejería de Transportes de la Comunidad de Madrid decidió simplificar el mapa en una mezcla entre una versión más geográfica y otra más esquemática.
*Actualizado 26/07/16
Los visitantes/turistas que desconocen la red de metro, que tienen menos conocimiento de dónde mirarlo y menos interés por conocer la red de barrios y pueblos en la periferia o la ultra-periferia, precisan de un plano que muestre claramente cómo moverse en el centro (y algún otro lugar clave como el aeropuerto) y no necesitan ese nivel de detalle para zonas que raramente visitan.
Intentar ponerlo todo «por igual» como en el plano de 2007 de Madrid resulta incómodo.
Es más, creo que el de 2013 de Madrid podría mostrar con mucho más detalle el centro y dejar esas líneas que van a la perifera mucho más esquemáticas. La mayoría de las líneas, más allá de cierto punto, son como una línea y no una red (no sirven para hacer transbordos, conexiones).
Creo que dedicar el mismo espacio a mostrar qué hay entre Atocha y Argüelles que entre Sainz de Baranda y Arganda del Rey (o la línea circular del sur o al norte de Chamartín) es un sinsentido para la mayoría de los usuarios del plano.
El plano de Madrid de 2007 es absolutamente caótico…perfecto para perderse…con ese ‘río’ con giros de 90…habría que dar a conocer a su ‘diseñador’ y al que lo encargó…para derribarles a tomatazos.
El siguiente, mucho mejor, es prácticamente igual que el anterior al de 2007, el de Alberto Corazón, el mejor hasta la fecha, solo que con nuevas estaciones. La idea de Beck fué genial, ya que esos giros de 45º, dan el equilibrio perfecto entre esquematismo y ubicación geográfica aproximada.
Corazón la mejoró aún más, con una tipografía y colores más adecuados.
A ver señores, que se llama METROPOLITANO por algo.
El «suburbano» es el ferrocarril de los «suburbios», es decir: «el Cercanías»
Para mi el mejor mapa de todos es el del metro de Moscú.
Pingback: De cómo el autor del mapa de metro de Londres fracasó con el de París