Da la impresión de que el cambio climático ha dejado de ser una urgencia para convertirse en una rutina. Hace un par de años se nos instaba desde todas las instituciones y medios de comunicación, desde casi cualquier partido político (siempre hay excepciones) a concienciarnos sobre la importancia del cambio climático.
El tema ha pasado de moda. Sí, se sigue hablando de ello, aún aparece en las noticias, al menos en aquellas más cercanas al ecologismo o con mayor preocupación en el asunto, pero la urgencia ha desaparecido. La alarma se ha apagado. Cuando oímos algo parece música de fondo.
Pero el cambio climático sigue aquí. Sigue expresa una continuidad que potencia la idea de rutina. Mejor decir que el cambio climático avanza y, por supuesto, no avanza en todas las zonas del planeta igual: en algunas afecta más que en otras. El Sahel, en África, es una de las áreas donde más se notan sus consecuencias.
¿Qué es exactamente el Sahel?
Su nombre significa costa en árabe, y hace referencia al final de desierto (metafóricamente, como si este fuera un mar de arena). Sus límites no están marcados por accidentes geográficos, sino por la pluviosidad. Las isoyetas, es decir, las líneas imaginarias que representan las fronteras pluviométricas en un mapa, marcan los límites de esta región.
Forman parte del Sahel todas aquellas áreas comprendidas entre los 100-150 mm anuales (al norte) y los 500-600 (al sur), o entre los 200 y los 700 mm para algunos estudiosos.
Es una franja que va desde el océano Atlántico hasta el mar Rojo, con una extensión de 5400 km cuadrados y que atraviesa 10 países: Mauritania, Senegal, Mali, Burkina Faso, Níger, Nigeria, Chad, Sudán, Eritrea y Etiopía.
Los problemas del Sahel
El Sahel es considerada por muchos como la zona más peligrosa del planeta. La inestabilidad política, la proliferación de grupos terroristas, la delincuencia y la pobreza son comunes. Según Unicef, unos 5 millones de niños y niñas pueden ser víctimas de violencia, secuestros u obligados a formar parte de guerrillas o grupos paramilitares.
Aparte de estos gravísimos problemas humanos, la región es una de las más afectadas por el cambio climático.
En menos de 100 años, la zona se ha visto sacudida por tres grandes sequías. La primera en 1914, un segundo período entre 1968 y 1974 y en 2010. Como consecuencia de la sequía, las cosechas fueron malas y la hambruna hizo estragos sobre la población.
La expansión de la desertificación del Sáhara hace que cada vez sus fronteras, tanto septentrional como meridional, se desplacen más hacia el sur, con el movimiento migratorio que ello supone. La sobreexplotación, la agricultura y ganadería intensivas y el pastoreo hacen que la flora sea cada vez más escasa. Como consecuencia de este proceso, las tormentas de arena crecen en frecuencia y potencia.
Para acabar, se calcula que la temperatura en el Sahel está creciendo a un ritmo un 50% mayor que en el resto del planeta. El lago Chad es una víctima de este calentamiento: en 1963 tenía una superficie de 25 000 km cuadrados, actualmente, 900.
La Gran Muralla Verde
Como es fácil adivinar, todos estos problemas no convienen, no solo a la zona, sino a todo el planeta. La desertificación de la zona de bosque y sabana africana sería una catástrofe global, las migraciones perjudican a los países europeos, los recursos de la zona podrían caer en manos de terroristas… así que, hace ya tiempo, se empezaron a buscar soluciones.
En 2007 surgió la idea, inspirada en las ideas de la premio Nobel de la Paz, Wangari Maathai, de crear una enorme muralla de árboles que atravesara todo el Sahel y avanzara más allá, a través de un total de 8000 km, hasta Yibuti. En el 2010 se empezó el proyecto, apoyado por la Unión Africana, el Banco Mundial o la Unión Europea entre otras instituciones.
Hasta ahora, se ha logrado un 15% del objetivo, sobre todo en Kenia, donde las zonas beneficiadas han mejorado económicamente y 11 millones de familias se han beneficiado de la reforestación. Sin embargo, también existen algunos problemas.
Los gobiernos involucrados acusan la falta de fondos, aunque no hay que olvidar que la gran inestabilidad política de los países podría tener como consecuencia una mala administración del dinero que reciben.
En cualquier modo, el objetivo es llegar a los 100 millones de hectáreas restauradas. Esto aumentaría la calidad de vida de los habitantes y la producción de alimentos y reduciría las hambrunas, lo que tendría una rápida repercusión en los niveles de terrorismo, violencia y migración.
La Gran Muralla Verde, que a pesar de tener ese nombre pretende unir más que separar, es una gran esperanza para todo el planeta en la lucha contra el cambio climático y sus desastrosas consecuencias.
!TERRIBLE OBSERVAR Y COMPROVAR LA DESERTIZACIÓN!
El artículo menciona extensión de 5400 km cuadrados, supongo que querrá decir longitud de 5400 km, pues la extensión del Sahel probablemente supere los 3 millones de km2, ¿no? Gracias por los artículos tan interesantes
Creo que a estas alturas, muy pocos serán los que no se crean el «cambio climático».
Y mayormente por intereses económicos.
Ahora bien. tampoco debemos olvidar, que el planeta, y por sí mismo, tiene sus planes propios de «CAMBIO». ¿ pero «nos imaginamos» (tan solo) cuales son?
Y eso no implica, que no siempre adoptemos las medidas oportunas?
Por ello, creo que no debemos en ninguno de los extremos. Ni alarmemos, ni seamos indigentes u obstaculicemos, ya que en todos los casos existen intereses por el medio.
Y todos somos humanos. Por lo que o sabemos hacer lo correcto y correctamente controlado o sino, los medios (y muchos) se irán por el «rebosadero».
La corrupción de los gobiernos hará inviable el proyecto.
Muy interesante traer esa noticia que no suele aparecer
Por cierto, los datos que se dan difieren notablemente de lo que indica la wikipedia (en inglés) e incluso la web oficial. Convendría confirmar/rectificar
muy interesante-colegas.
En la cifra de km2 de extension del sahel, ¿no falta «millones»?
La extensión es algo más de 3 millones de km2, los 5400 se refiere a longitud desde al Atlántico al índico, creo