Nota preliminar: Para leer este artículo conviene conocer algunas grafías especiales:<> encierra una grafía, es decir, cómo se escribe. [] encierra sonidos, es decir, cómo se pronuncia. [θ] es el sonido mayoritario de la <z> en España. [β] es el sonido mayoritario de la <b, v> en español (en algunas posiciones cambia), los labios se acercan pero no se tocan (haz la prueba pronunciando, de la manera más natural que puedas, las palabras <uva, labio, a veces, abuelo>. [ɲ] es la <ñ>. [φ] es un sonido a medio camino entre una [p] y una [f]. [ɔ, ɛ] son <o, e> abiertas, como si mezclaras estas letras con una <a>. [ʧ] la <ch>. El resto de símbolos viene explicado en el propio artículo.
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Estigmatizadas durante siglos, las hablas andaluzas empiezan a ganarse un terreno dentro de la normalidad lingüística española, aunque aún haya resistencia. El surgimiento de estas variedades meridionales del español no tiene nada de especial si lo comparamos con otras variedades de cualquier otro idioma del mundo.
La razón de su aparición no es la escasa motivación de los profesores enseñando lengua española, como apuntó más de un autor, ni tampoco el analfabetismo, ni ningún tipo de educación o carencia de ella, ni tampoco la “ruralidad” del pueblo andaluz.
Los andaluces no hablan mal, ni bien, ni peor ni mejor que los hablantes de otras variedades. Y esto es importante recordarlo: todos hablamos una variedad de una lengua. Es en los dialectos donde vive la lengua oral.
Lo que sí las hacen especiales es, quizá, haber sido el origen de algunos fenómenos que se expandirían, y siguen expandiéndose, hoy día (eso no significa que sea la única variedad que aporta innovaciones). Podría parecer contradictorio, pero, a la vez de aportar rasgos innovadores, las hablas andaluzas también han conservado características arcaizantes.
¿Qué es un dialecto?
Muchos manuales y artículos tratan al andaluz como un dialecto. No hay consenso académico sobre qué es un dialecto. Algunos autores lo usan como sinónimo de habla con carácter geográfico, otros, como una variedad que se ha diferenciado notablemente de la lengua común pero que no llega a formar un sistema por sí mismo, es decir, otra lengua.
Dada la ambigüedad de la segunda definición, prefiero quedarme con la primera: habla local. Así pues, podríamos decir que el andaluz es el habla local de Andalucía, y, de hecho, existe cierta conciencia lingüística en este sentido, tanto dentro como fuera de la región.
Dialecto andaluz o hablas andaluzas
Sin embargo, académicamente no es exacto. No hay un habla andaluza, sino muchas que pueden agruparse, esta vez sí con criterio, en dos: occidental y oriental.
La oriental, de hecho, es muy parecida a la variedad de Murcia, y la occidental, a la del sur de Extremadura. Porque las hablas locales, normalmente, no tienen una frontera clara, sino que van surgiendo paulatinamente sobre el mapa.
Cómo se reconocen las hablas andaluzas. Realmente no hay ningún rasgo que las identifique y sea exclusivo. Por ejemplo, podemos decir que toda Andalucía pierde la <-s> implosiva (a final de sílaba), pero eso también ocurre en Extremadura, Murcia, buena parte de Castilla-La Mancha, Canarias y extensísimas zonas de América. Incluso podríamos mencionar zonas de Madrid y Salamanca.
La <s> y los límites de las hablas andaluzas
La realidad lingüística andaluza no se acota por lo que tiene, sino por lo que no tiene. Me explico. La <s> del castellano de España es apical, es decir, se pronuncia con la punta de la lengua (o doblándola) en los alveolos, en la parte de arriba de la boca. En Andalucía se pronuncia abajo, en los dientes inferiores.
Aunque esto no es, tampoco, exclusivo de Andalucía, sino que es un rasgo compartido con Canarias y, atención, casi toda América. Entonces, ¿lo que caracteriza al andaluz es lo general en el español?
Sí, porque es la única zona de la península donde ocurre. Por lo tanto, son hablas andaluzas las peninsulares en las que se pronuncia la <s> en la parte inferior de la boca y las ceceantes (luego volveremos sobre esto).
No toda Andalucía, pues, habla andaluz. Hay algunas comarcas norteñas en Sevilla, Córdoba, Jaén e incluso en Almería y Granada que pronuncian la <s> como el resto de españoles de la península.
Pero el asunto no se queda aquí, porque no todos los andaluces que no tienen pronunciación apical, es decir, que hablan andaluz, pronuncian la <s> igual. Para simplificar, diremos que hay dos variedades: la sevillana y la cordobesa.
En resumen, las <s> (y las <z, ce, ci>) de Andalucía merecerían un artículo propio. Quedémonos con que es una pronunciación diferente a la del resto de España que luego se exportó a Canarias y América.
Seseo, ceceo, heheo, seceo
Dos rasgos característicos de Andalucía son el ceceo y el seseo. El seseo es la pronunciación como un sonido [s] de <s, ce, ci, z>, mientras que estas grafías, en el ceceo, se pronuncian como [θ].
Una variante del ceceo es el heheo o jejeo, que es una variedad de ceceo que pronuncia siempre [h] (se da también, en menor grado, en algunas zonas del interior de la meseta, por ejemplo, Segovia).
Para terminar, también existe el ceseo o seceo, que es la introducción sin ningún patrón aparente de ambos sonidos. Por ejemplo, una persona ceseante puede pronunciar la palabra <cerveza> como [ser’βeθa, ser’βesa, θer’βeθa, θer’βesa], sin ninguna distinción o patrón. Se colocan aleatoriamente.
La -s implosiva y fonética sintáctica
Por supuesto, la -s implosiva se pierde totalmente en Andalucía, dejando solo un rastro de aspiración en sandhi. Los fenómenos de sandhi, o fonética sintáctica, son aquellos fenómenos que ocurren cuando hay varias palabras seguidas, pero no cuando se pronuncian aisladamente. Por ejemplo, la famosa liaison del francés.
Así, un andaluz pronunciará igual <niña> y <niñas>, pero si detrás añadimos algo: <niña alta> y <niñas altas>, en la segunda la -s del sustantivo deja un rastro de aspiración: [‘niɲah ‘alta]. Como se ve, la -s del adjetivo se pierde. En el habla más descuidada esta aspiración puede perderse.
Delante de una consonante, la aspiración provoca dos reacciones diferentes: en Andalucía occidental debilita o provoca lenición de la siguiente consonante: <los barcos> [lo’φarko], la <b> se pronuncia como una suerte de <f>. En Andalucía oriental, provoca la geminación o desdoblamiento: [lɔb’barkɔ].
Pueden escucharse -s implosivas también en Andalucía. Normalmente, por cuestiones estilísticas o de prestigio de la variedad castellana. En la mayoría de los casos depende de la voluntad del hablante.
Como apunte rápido: en Andalucía no solo se pierden las -s implosivas. Directamente, no existen las consonantes a final de palabra salvo la aspiración.
La apertura vocálica
Un rasgo innovador, compartido con el murciano, es la apertura vocálica. Solo se da en la zona oriental y Córdoba, que se considera zona de transición (junto a Málaga). La apertura vocálica sirve para diferenciar el singular del plural, a diferencia de la variedad occidental, donde el plural solo se distingue en el artículo anterior al sustantivo (como en francés).
Ante la pérdida de -s, la vocal precedente se abre. Esto afecta a todas las vocales y a todos los tipos de palabra, incluidos los verbos en la segunda persona del plural: [tu ‘partɛ] <tú partes>.
Existe una denominada Andalucía de la E, que es una zona donde este fenómeno se lleva al extremo, haciendo que las terminaciones -as, -ar y -al se conviertan en algo parecido a -e (-as tiene un origen y -al/-ar otro, es decir, no son el mismo fenómeno, han resultado siendo todas -e por casualidad [en realidad, causalidad], pero no hay espacio para deternerse en ello ahora). Esta zona es muy pequeña, donde se unen las provincias de Córdoba, Málaga y Sevilla.
Otros rasgos
La pronunciación de <j, ge, gi> como [h] y no como [x] del norte peninsular. Este rasgo es compartido con muchísimas otras variedades, tanto españolas como americanas. Además, no se encuentra en toda Andalucía. Las provincia de Jaén y Almería desconocen casi por completo este fenómeno, así como la mitad norte de Granada.
Otros rasgos, menos generales, son la confusión entre -r/-l, en occidente en favor de la primera y en oriente a favor de la segunda (aunque este segundo rasgo está menos expandido). <Alto> [‘arto] (And. occ.), <percha> [‘pelʧa] (And. ori.). Cuando una -r va antes de una -n o -l las duplica: <carne> [‘kanne], <Carlos> [‘kallo] ([ll] son dos <l>). El uso del pronombre <ustedes> con la segunda persona del plural de los verbos: ustedes coméis (And. occ.). La pronunciación de <ch> como [ʃ], es decir, como en francés o portugués. Se escucha con frecuencia en Cádiz, Málaga y Sevilla, el centro y sur de Granada y sur de Almería.
Hay muchos más rasgos que se pueden encontrar en las hablas andaluzas, no solo fonéticos sino también morfológicos, léxicos… que lo alejan de la lengua estándar, pero infelizmente el artículo se extendería más de lo apropiado.
Lenta homogeneización
A pesar de que en el Estatuto de Autonomía de Andalucía se hace referencia al cuidado por parte de la administración de las hablas locales, las escuelas están claramente a favor de la norma y censuran a los alumnos cuando demuestran un rasgo de los que no están socialmente aceptados en la norma culta andaluza (pérdida de -s, pérdida de -d-, apertura vocálica, pronunciación débil de <j, ge, gi> y seseo).
Así, obviando estos rasgos, el resto, incluso el seseo, están en retroceso y podemos augurar su lenta desaparición en la cada vez mayor homogeinización de las hablas locales peninsulares. Nuestro único consuelo es que parece que algunos rasgos nacidos en la variedad andaluza sobrevivirán en el español, más uniforme, del futuro.
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Yo sé que hay en juego muchos factores no lingüísticos (políticos, poder, prestigio social…) pero yo diría que la variedad andaluza, en casi todas sus manifestaciones, no es más que una etapa avanzada de la evolución del español. Casi todos los rasgos del andaluz pueden explicarse por leyes fonéticas similares a las que desarrollaron el latín a las lenguas romances:
latín ROTA(M) > español “rueda”; francés “roue”
castellano “todo” > andaluz “to”
La tendencia a la simplificación (ley del mínimo esfuerzo) es un factor importante en la evolución de las lenguas: comunicar lo máximo con el mínimo número de elementos lingüísticos. Nadie puede negar que decir “vamo a tomá una hervehita” es más fácil que decir “vamosh a tomaR una cervecita”.
A nuestra salud 🍻
Broder puedes poner uno solo de Almería
Muchísimas gracias por el artículo, es super interesante. Soy profesora de español (de Jaén) y muchas veces mis alumnos se interesan por mi acento y los redirijo a esta página.
Hola, Celeste.
Saludos de profe de español andaluz a profe de español andaluza, je, je. Menuda alegría me has dado con tu comentario. ¡Muchas gracias!
Un saludo. :)
Hola, David y Bernardo:
Hace poco descubrí el pódcast y estoy encantada con él. Sobre los acentos, me pareció curioso lo del «acento colombiano» (soy colombiana, de Bogotá), porque no hay un acento colombiano, hay muchos. De hecho, en buena parte de la costa atlántica, sobre el mar Caribe, el habla es muy parecida a la que se oye en algunas regiones de España. Es realmente impresionante, y lo nota uno cuando los oye a ustedes hablar. Aunque aquí no hay distinción entre la s y la z.
El acento de Pablo Escobar era de la región de Antioquia y el eje cafetero, que es muy distinto al de la región del Pacífico (con sus variantes entre los chocoanos y los del Valle del Cauca), y sobre el Pacífico también, al sur del país, hay otro acento muy diferente: el de los nacidos en Nariño, con mucha influencia indígena. Desde luego, al otro lado del país, hacia el oriente, hay acentos marcados en los Santanderes (límites con Venezuela) y la Orinoquía, que poco tienen que ver con los de la Amazonía, los Llanos Orientales y la región cundiboyacense, esta última en el centro del país, donde está Bogotá. Eso a muy grandes rasgos. En Colombia, además, se habla español, pero también hay unas 68 lenguas indígenas, que son oficiales en sus territorios.
Buenas, Lilia.
¡Claro! En Colombia, como en casi cualquier país, hay una gran variedad de acentos. Cuando digo «colombiano» tiene que entenderse como una simplificación, ya que no era el tema del que se hablaba.
Muchas gracias por el detallado aporte.
Un saludo.
En el año 1980 hice un curso de doctorado en Lengua Española y tuve la enorme suerte de contar en él con profesores como Quilis, Coseriu, Poitier, Ian Gibson, Manuel Albar -que hacía poco tiempo había publicado su Atlas lexical del Español peninsular, insular y Latinoamericano- entre otros, entonces ya se hablaba de estos temas etnoligüísticos-según Coseriu- y que ahora denominamos «habla local» y «habla según contexto geográfico». Personalmente me alegra saber que la diferenciación correspondiente a zonas lexicales y entornos geográficos. No tenemos por qué tratar de parecernos a la hora de vocalizar fonemas que son nuestros rasgos distintivos suprasegmentales. Un saludo y me ha gustado el artículo.
No me gustan los dialectos porque es una manera burda de hablar porque el bien hablar en algunas localidades es sinónimo de ser «refinados» o amanerados; en otros, es como una seña de identidad que agrupa a los habitantes de dicha localidad, como es seseo, o ceceo y siempre al contrario de la palabra original; otros, son más graciosos o coquetones (y el que lo habla es consciente de su gracia) y lo acentúa es el caso del sevillano, algunos malagueños y gaditanos; sin embargo, en Jaén el dialecto provoca hastío; aquí en mi comarca de Baeza yo se ha perdido gracias a Dios, porque el sonido /z/ lo pronunciaban en S y /s/ en Z. De dialectos prefiero el Sevillano gracios. Saludos.
Buenos días.
Aquí le dejo este artículo, por si le sirve de granito de arena y complemento a su estudio.
Atte.
Un hombre que no ha estudiado nada en Andalucía y que se dedica a leer castellano (de Castilla) como va a decir por ejemplo que algunos andaluces en vez que Carlos digan kallos… Haganos un favor y vallas al carajo. Y no coja lo que le interesa de Don José María Pérez Orozco ( un grande donde los halla).
Quería comentarle una manera de hablar, concretamente de mi pueblo, no sé si en otros pueblos de Andalucia pasa, es cambiar la h por la j, por ejemplo: hervir por jervir, la jota aspirada, esa que pronunciamos por aqui, jigo x higo, jambre x hambre, etc..
Hola, Paqui.
Conozco muy bien el fenómeno porque mis padres, oriundos de la serranía de Ronda, lo tienen. Es un arcaísmo que se ha conservado en Andalucía y del que todavía se pueden escuchar remanentes en otras hablas peninsulares. La H de higo o hambre era en latín y castellano medieval una F. Entre los siglos XV-XVI esa F se perdió y dejó una aspiración (lo que se pronuncia ahora en tu pueblo). Esa aspiración se perdió en prácticamente todas las zonas salvo en algunas, como Andalucía, donde todavía se pronuncia, aunque es un fenómeno en claro retroceso.
Mis padres también dicen jablar, jacer, jigo, jambre… con nuestra aspiración andaluza.
Un saludo y gracias por la pregunta.
Un artículo interesante, pero debo decir que el mapa de seseo y ceceo es bastante poco exacto, al menos en las zonas geográficas que conozco mejor en Andalucía oriental. Por curiosidad, ¿de dónde ha salido?.
Buenas, David.
Es el mapa clásico que se usa para localizar el seseo y el ceceo. Hay que tomarlo como una referencia aproximada, nunca exacta. De hecho, es imposible geolocalizar exactamente este fenómeno en un mapa. Te pongo el ejemplo de mi familia: mi abuelo seseaba, una de sus hijas, mi madre, secea, mi tía tiende al seseo y mi tío tiende al ceceo. Son todos de un pueblo de Málaga de zona mayoritariamente ceceante, son todos de la misma familia, y cada uno ha salido diferente.
En casi cualquier punto de la Andalucía del seseo y del ceceo (más raramente en la que distingue) puedes encontrar cualquiera de los dos fenómenos, y dentro de zonas ceceantes podrás encontrar localidades seseantes y a la inversa. La complejidad del tema y de su expansión es inabarcable.
Es, ciertamente, muy inexacto, pero también creo que, dado lo difícil del tema, es de lo más exacto que se puede hacer. O, al menos, en este formato de mapa.
Un saludo.