Las increíbles vistas del antiguo Tokio en el periodo Edo

Tokio es una ciudad que impacta. Impacta hoy con su espectacular tamaño e infinitos barrios, pero debía hacerlo de igual modo allá en el periodo Edo, cuando la ciudad recibía ese nombre.

Una etapa que se prolonga desde 1603 hasta 1868 y en la que la capital nipona empezó a experimentar la preeminencia que la ha caracterizado hasta nuestros días. Ese magnetismo tan propio de Tokio, que atrae incluso desde la distancia.

De esta época es el arte popular del ukiyo-e, una serie de dibujos en madera que nacieron para mostrar el nuevo mundo que emergió en la durante esta etapa histórica. Un tiempo caracterizado por dos factores principalmente: la paz interna en Japón y el aislamiento del país hacia el exterior. Dos elementos que durante este periodo forjarían aún más la personalidad de este pueblo.

Mapa de Edo hacia 1848
Mapa de Tokio (Edo) hacia 1848, durante el periodo Edo.

En aquellos años y bajo el conocido como shogunato Tokugawa se produjo una estricta división de clases sociales. La sociedad japonesa quedó dividida entre los guerreros «bushi» (shogunes, daimyos y samuráis), los agricultores «nomin«, los artesanos «kogyo» y los comerciantes «chōnin«.

Esta última clase social, los chōnin, que bien podrían ser considerados como una burguesía emergente, era una clase media urbana que se desarrolló especialmente en Edo que es, como se ha dicho, el nombre que recibía por entonces la actual Tokio y que da nombre al periodo histórico homónimo.

Esa nueva clase burguesa y acomodada tan propia de esta época tenía poco interés en las cuestiones del estado, en contraposición con la clase alta gobernante.

El mundo flotante del ukiyo

El ukiyo-e es la muestra plástica del conocido como ukiyo o «mundo flotante». Todo un universo que floreció durante ese periodo. Con este nombre se describía un estilo de vida urbano basado en el mundo de la elegancia y la diversión popular y caracterizado por un cierto hedonismo.

Templo de Mokubo-ji en verano
Templo de Mokubo-ji en verano, en Uchigawa Inlet, Gozensaihata. Cien vistas de Edo, Utagawa Hiroshige. 1856-1858.

La cultura de los chōnin se nutrió principalmente de esa búsqueda del placer, de lo que podía ser considerado como «divertido». De este modo, hacían hincapié en lo personal, inmediato y erótico. Florecieron en esta época los burdeles, las casas de té chashitsu y los teatros de kabuki.

Durante estos años se desarrolló la literatura popular al tiempo que los lugares nocturnos del mundo ukiyo necesitaban publicitarse. Todo elló estimuló la producción de los ilustradores populares y las xilografías del ukiyo-e se convirtieron en una importante forma artística.

templo Kinryūzan en Asakusa
Estampa invernal del templo Kinryūzan en Asakusa. Cien vistas de Edo, Utagawa Hiroshige. 1856-1858.

Aunque al principio tomaron la forma de estampas lineales, a las que se agregó el color mediante técnicas nuevas aprendidas de los chinos, a finales del siglo XVII se había perfeccionado una técnica de muchos bloques que permitía la realización de cuadros de gran refinamiento.

Destinados al consumo masivo, eran ilustraciones en carteles hechos a mano para los teatros o las casas de las geishas. Pero también recuerdos de lugares famosos.

Tormenta de verano sobre el puente Shin-Ōhashi y Atake
Tormenta de verano sobre el puente Shin-Ōhashi y Atake. Cien vistas de Edo, Utagawa Hiroshige. 1856-1858.

En su momento se consideraron trabajos efímeros y en cierta media vulgares. Eran algo así como una especie de publicidad de aquella época. De hecho, no fueron reconocidos como obras de arte dignas de estima hasta finales del periodo Edo.

Artistas de grabados japoneses

Hay varios artistas que destacan dentro de este arte de los grabados japoneses del ukiyo-e. El primero en hacerse famoso fue Hishikawa Moronobu (1618-1694). A él le siguieron Suzuki Harunobu (1725-1770), que desarrolló y refinó hasta su punto culminante el empleo del color y Kitagawa Utamaro (1753-1806) se especializó en tipos femeninos idealizados.

Por su parte, Katsushika Hokusai (1760-1849) y Utagawa Hiroshige (1797-1858) destacaron por sus paisajes y lugares famosos, pintados con gran vigor y efectos visuales.

Vista nocturna de Saruwaka-machi
Vista nocturna de Saruwaka-machi en otoño. Cien vistas de Edo, Utagawa Hiroshige. 1856-1858.

Concretamente Utagawa Hiroshige, también conocido como Andō Hiroshige, fue uno de los principales exponentes del paisajismo japonés y llevó esta disciplina a un nivel artístico y de estilo de gran calidad.

Teppōzu y templo Tsukiji Hongan-ji
Teppōzu y templo Tsukiji Hongan-ji en otoño. Cien vistas de Edo, Utagawa Hiroshige. 1856-1858.

Hiroshige plasmaba en imágenes de forma lírica y emotiva los lugares más bellos y renombrados de Japón, especialmente de su capital, Edo, la actual Tokio.

Cien famosas vistas de Edo

Fue el autor, entre otras, muchas colecciones de grabados de la serie Cien famosas vistas de Edo (名所江戸百景 Meisho Edo Hyakkei) una serie que muestra una visión idealizada del Tokio del periodo en el que la ciudad era conocida precisamente con el nombre de Edo.

Impresión en madera de color del lago Shinobazu en primavera, en el parque Ueno.
Impresión en madera de color del templo Kiyomizu a orillas del lago Shinobazu, en el parque Ueno, en primavera. Cien vistas de Edo, Utagawa Hiroshige. 1856-1858.

A pesar del título de la obra, que indica una cantidad de 100 trabajos, en total se cuentan 119 grabados, confeccionados todos ellos mediante la técnica de la xilografía (grabado en madera) dentro del estilo ukiyo-e. 

Suruga-chō
Suruga-chō. Cien vistas de Edo, Utagawa Hiroshige. 1856-1858.

En Cien famosas vistas de Edo Hiroshige presentó a los lugares más emblemáticos de la ciudad, que había sido recientemente reconstruida tras un devastador terremoto acaecido en 1855. Así, la obra muestra escenas cotidianas y lugares icónicos de la nueva Edo. Pero lo hace sin reparar en los efectos de la destrucción.

Shitaya Hirokōji
Shitaya Hirokōji. Cien vistas de Edo, Utagawa Hiroshige. 1856-1858.

Por el contrario, como hace la publicidad actual, mostró la urbe de forma idealizada y optimista. Con ello se pretendía infundir a la población un estado de ánimo vitalista y jovial.

Vista de Nihonbashi Tōri 1-chōme.
Vista de Nihonbashi Tōri 1-chōme. Cien vistas de Edo, Utagawa Hiroshige. 1856-1858.

Al mismo tiempo, la serie ofrecía al público un aspecto de actualidad, de gaceta, donde poder comprobar de primera mano y sin moverse del sillón las novedades en la reconstrucción de la ciudad.

Kasumigaseki
Kasumigaseki. Cien vistas de Edo, Utagawa Hiroshige. 1856-1858.

Cien vistas de Edo se presentaba como algo así como una guía de viaje en cuyas estampas también aparecen reflejadas escenas sociales, ritos y costumbres de la población local.

De este modo a través de las Cien famosas vistas de Edo, Hiroshige logra aunar el paisaje con la descripción pormenorizada de personas y ambientes locales de gran diversidad. Las vistas reflejan asimismo las distintas estaciones, en las que la ciudad presenta lógicamente un aspecto distinto.

*Puedes consultar las 100 famosas vistas de Edo en este enlace. Además, la editorial Taschen editó en 2014 las 100 famosas vistas de Edo en esta publicación, disponible en Amazon.

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