La sequía, las lluvias torrenciales, las erupciones volcánicas, los huracanes, las nevadas copiosas… Todos los años somos testigos de catástrofes naturales que afectan a la vida de miles de personas en todo el mundo.
Ahora tenemos un conocimiento científico que nos explica por qué ocurren, cómo y, con suerte, hasta cuándo. También poseemos una tecnología que nos permite solventar estas situaciones o sus consecuencias.
Pero en nuestra historia no siempre ha sido así. Ni hemos sabido qué eran o por qué se producían ni hemos podido siempre solucionar los problemas provocados.
Así, la fuerza, capacidad o ímpetu humanos se han visto muchas veces frenados o moldeados por los acontecimientos naturales. Hay muchas historias de desastres o fenómenos meteorológicos que han trastocado planes de la humanidad.
El invierno ruso
Uno de ellos es sin duda el famosísimo General Invierno, el espartano invierno ruso. El territorio de la Rusia occidental ha sido objetivo de codicias europeas en varias ocasiones. Tres de ellas fueron famosas no solo por ser un auténtico fracaso.
También por haberse demostrado un error tan grande que supusieron el comienzo del declive de las potencias conquistadoras. Fue el caso de Suecia en el siglo XVII, de Francia en el XIX y de Alemania en el XX.
La técnica era sencilla: los rusos dejaban entrar al enemigo y se retiraban, quemando las granjas, casas y todo aquello que pudiera ser usado por el invasor. Así, cuando llegaba el invierno, las condiciones eran tan insoportables que diezmaban a los enemigos, obligados a retirarse.
La erupción del Vesubio
Tan famosa como el invierno ruso fue la erupción del Vesubio, en tiempos del Imperio Romano. Sepultó bajo la lava las ahora ciudades arqueológicas de Pompeya y Herculano, entre otras.
El 20 de agosto del año 79 comenzaron a sucederse varios terremotos que duraron los siguientes cuatro días. Los habitantes, acostumbrados a los temblores de tierra, comunes en la zona, no se alarmaron especialmente.
Tampoco escucharon las advertencias de las autoridades. Se sabe que existieron, pero no se sabe exactamente en qué consistían, ya que los romanos desconocían el concepto de volcán.
El 24 de agosto, por la tarde, una tremenda explosión sepultó todas las poblaciones que vivían al abrigo del volcán. Se calcula que la columna de gases se elevó a más de 32 km de altura.
La reaparición de Pompeya y Herculano
Más o menos 1.700 años más tarde, las ruinas de la ciudades de Herculano y Pompeya reaparecieron a los ojos del mundo. Herculano fue redescubierta en 1738 y Pompeya en 1748.
De este modo, las ciudades, conservadas durante siglos bajo las cenizas, se pusieron de moda entre los artistas e intelectuales europeos. En Inglaterra y Francia el estudio del mundo romano y griego era obligatorio. Los cuadernos de artistas que habían contemplado las ruinas corrían de mano en mano por toda Europa.
Nació, gracias al descubrimiento y estudio de las ruinas, consecuencia de la catástrofe, el Neoclasicismo. Un movimiento que dio el golpe de gracia al período tardobarroco-rococó de principios del siglo XVIII y que morirá con la caída de Napoleón, a principios del XIX, en pos del Romanticismo.
El eclipse que trajo la paz
Uno de los fenómenos meteorológicos que más perturbación ha causado siempre han sido los eclipses, sobre todo en la Edad Antigua. La astronomía y la astrología nacieron a la vez, sin que hubiera ninguna diferencia entre ellas, en Mesopotamia, donde alcanzó un desarrollo enorme.
En esa zona, en el siglo VI a.C., el rey medo Ciáxares y el lidio Aliates se encontraban a punto de enfrentarse en batalla, con sus ejércitos ya dispuestos. Antes de la confrontación se produjo un eclipse de sol total. Dejó el día sumido en la oscuridad durante siete minutos y medio de auténtico pavor.
Cuando pasó, los dos entendieron que era un mal presagio y firmaron la paz después de quince años de conflicto entre ambos estados, dejando la frontera en el río Halys, lugar donde debía ser la batalla.
El terremoto de Lisboa de 1755
Quizá no el peor, pero el más importante por su valor histórico entre los terremotos/maremotos fue, sin duda, el de Lisboa de 1755. El interés por este desastre dio lugar al nacimiento de la sismología moderna.
El epicentro estaba lejos de la costa, en el océano Atlántico, y se calcula que la sacudida fue de magnitud 9. La ola gigante que produjo fue tal, que la cantidad de muertos ascendió a 100.000. De ellos, 5.000 estaban en España.
La ciudad de Lisboa quedó reducida prácticamente a escombros en su totalidad. Pero los efectos devastadores se notaron en toda la costa atlántica de la península Ibérica. Desde Galicia hasta Andalucía.
La capital lusa tuvo que ser reconstruida por completo. Este es el motivo por el que cuenta con un centro de ciudad tan racional, fruto de las mentes organizativas y las ideas urbanísticas de la Ilustración. Además, el Convento do Carmo (Convento del Carmen), o las ruinas que quedan de él, dejaron un testimonio inmortal de lo que supuso para la urbe esta catástrofe.
Hay que tener en cuenta que antes de que se registraran las actividades naturales, estas seguían, por supuesto, aconteciendo. Además, solo contamos aquellas que afectan a los seres humanos.
¿Cuántos fenómenos de magnitud insospechada habrán ocurrido sin que sepamos nada de ellos? ¿Cuántos estarán por llegar? Irónicamente, es en estas catástrofes naturales en las que parece que la humanidad olvida más sus prejuicios y saca su lado más positivo. Porque, como dijo Shakespeare, “un toque de naturaleza hermana a todo el mundo”.
Excelente artículo. Me ha gustado en especial lo del terremoto de Lisboa. Precisamente hace algunos meses vi un reportaje en La 2 sobre el riesgo de que se produzca un tsunami como aquel en la zona de la bahía de Cádiz.
Me agradaría escribieran un articulo sobre el volcán popocatepetl, en México, y las erupciones históricas del mismo, así como la historia de una población a la falda del volcán que lleva por nombre ameca-ameca (cuentan que es por que ameca, esta sobre ameca a raíz de una erupción de volcán. Quisiera saber más sobre el particular.
Excelente Artículo. Conociendo un poco más de Historia, en este caso de catástrofes pero es aquí y cito unas lineas que han llamado mi atención «ironicamente..en que la humanidad olvida más sus prejuicios y saca sus lados más positivos». ¿ Es necesario que sufra la humanidad para ser flexibles en grandes catástrofes ?
Impresionante, interesantísimo. Muchas felicidades. Un abrazo desde México, país que ha tenido últimamente varias catástrofes naturales.
Puse la liga de este artículo en mi página de Historia de México y el mundo rodea de Facebook. Espero que tengan muchas visitas.
muy interesante !!
¡Excelente articulo! es grandioso encontrar un sitio wed que hagan combinaciones tan atractivas de historia y geografía.
excelentes articulos informativos. en lo personal no conocia la historia de lisboa. les agradezco en nombre de varias personas que tenemos acceso a esa informacion. gracias y continuen con su labor.
saludos
De lo que dijo Shakespeare, “un toque de naturaleza hermana a todo el mundo”. Es precisamente, de lo que se olvida el mundo y sus dirigentes.