En los albores del siglo XX, concretamente en 1901, vió la luz en Buenos Aires el Atlas del plano catastral de la República Argentina de Carlos de Chapeaurouge o en su versión españolizada Carlos de Chaperouge. La obra marca un punto de inflexión en la representación de Argentina. Pero también en el relato de su organización territorial.
Frente a las formas de propiedad agraria del período colonial, la introducción del catastro sin duda dio un impulso los procesos de modernización económica y social del país. Así se analiza en el trabajo ‘Notas para una historia territorial’, de Graciela Favelukes, publicado por el Instituto de Arte Americano e Investigaciones Estéticas.
Los precedentes del primer atlas argentino
Desde el último tercio del siglo XVIII se realizaron planos topográficos de Buenos Aires. Apuntaban a reconducir una expansión desordenada y que había alterado los patrones legales y morfológicos establecidos desde la fundación de la ciudad.
Las autoridades querían delimitar y asegurar el espacio público. Buscaban así garantizar el trazado regular de las calles y los límites de la superficie ocupada.
Se requería por tanto el uso de recursos gráficos anteriormente ajenos al gobierno local. Por ejemplo, el catastro había tenido una presencia muy limitada en la ciudad. Y eso que, como instrumento fiscal, es una figura que existe desde antiguo.
El catastro de Argentina y su plasmación en este Atlas se puede considerar como el primer ejercicio para dotar al territorio nacional de una forma organizada.
Nacido en Paris en 1846, Carlos de Chapeaurouge se trasladó junto a sus padres a Argentina. Allí creció y terminó por estudiar ingeniería. Hasta convertirse en uno de los autores de mapas más prolíficos del país.
De su Atlas existen dos ediciones: la de 1901 y la de 1905. Fueron impresas en la litografía de la Compañía Sudamericana de Billetes de Banco y administradas por la firma Eigendorf y Lesser, con oficinas en la zona central de Buenos Aires.
La portada del Atlas y su significado
Abriendo el Atlas se encuentra la ornamentada portada que presenta el trabajo y que reúne simbólicamente a la nación. Un marco general, en el que se ubican los escudos de las 14 provincias. Están presididos en el centro del borde superior por el escudo nacional, de mayor tamaño y rodeado de lanzas y laureles.
En simetría con este último, el espacio central del marco inferior muestra el símbolo histórico de los oficios del territorio. Son la escuadra y el compás, que aparecen dentro de un medallón que se apoya sobre la cabeza de un león.
Todo el conjunto apunta al ennoblecimiento de la obra y de la figura del autor. En el centro de este marco parlante, se ubica el título. No es otro que ‘Atlas del mapa catastral de la República Argentina por Carlos de Chapeaurouge Ingeniero 1901’.
Un total de 119 hojas vendidas por entregas
Si bien ha llegado hasta nosotros encuadernado, el conjunto se publicó por partes, y se vendía por entregas. En total, 119 hojas que presentan una doble numeración. Las que correspondían con áreas marítimas mostraban planos de las ciudades y sus alrededores u otros elementos geográficos.
Una cartografía de descubrimiento
Era una cartografía de descubrimiento en cierta medida. Y así lo pone de manifiesto el propio Atlas. Eran muy diversas las fuentes de las que de Chapeaurouge bebía. Gran parte de la información que incorpora se encontraba de alguna manera dispersa.
Estaba en registros gráficos provinciales, mapas parciales o información particular. Pero también en los grandes mapas que se estaban publicando en las incipientes instituciones, como la Sociedad Geográfica Argentina.
Pero el mismo Chapeaurouge era consciente de que el proyecto estaba «en construcción». Así lo advierte en algunas de las hojas. Allí afirma: «ruego a los señores propietarios de terrenos en cualquier Provincia quieran suministrarme sus datos para el mejor perfeccionamiento de este plano».
Una cuadrícula de 7 por 17 partes
La hoja que sigue a la portada principal, muestra la figura abstracta y sobre fondo blanco del conjunto del territorio argentino y parte de los países vecinos, los mares y las islas. Aparecen divididos según una cuadrícula de 7 por 17 partes. Un reparto que no parece haber seguido ningún criterio geográfico, sino más bien editorial y de impresión.
Las hojas siguientes despliegan cada una el área definida en el esquema general. Se corresponden con el número que aparece en la cuadrícula.
Los datos que se muestran en los mapas no son sólo catastrales. Contienen también información referida a distritos. Es el caso de los límites internacionales y entre provincias, o de los partidos o departamentos, que se identifican mediante bordes y fondos levemente coloreados).
Información sobre poblaciones, vías de circulación o ríos
Cada uno de los mapas también contenía información sobre poblaciones. Así, aparecen ciudades principales y secundarias, pueblos y poblados. También hay espacio para mostrar algunos sitios relevantes, como es el caso de las estaciones de ferrocarril o las parroquias.
No faltaban datos sobre vías de circulación (caminos, senderos y vías férreas) o cursos y cuerpos de agua (en azul). También cabían los datos topográficos de relieve. Se indican las elevaciones mediante tramas de rayas, más o menos separadas, para sugerir mayores o menores pendientes y alturas.
Los nombres de todos estos datos se vuelcan con distintas tipografías en letra minúscula de diversos tamaños. Finalmente, las parcelas se grafican con línea negra continua, con la identificación del nombre de los propietarios, ocupantes o pretendientes en letra mayúscula.
Para las aéreas de reciente adquisición por parte del Estado en el Chaco y la Patagonia, se muestra un trazado regular de parcelas numeradas. También se brinda la información topográfica disponible o su ausencia.
Este ejercicio cartográfico de grandes proporciones incluye además una catografía -con menor detalle- de Chile, como país limítrofe. El siguiente mapa muestra, por ejemplo, la zona central del país sobre la que se asientan la capital, Santiago, y la segunda ciudad del país, la portuaria y comercial Valaparaíso.
Los planos de las ciudades argentinas
Las hojas que correspondían a zonas marítimas se utilizaron para incluir los planos de ciudades y sus áreas aledañas, en una escala más amplia. Esto permitió incluir a las parcelas de menores dimensiones que forman la zona rural cercana a los trazados urbanos.
Se trata de 16 hojas en las que se muestran 19 ciudades. Cuentan con escalas variables que van desde 1:125.000 para los alrededores de Buenos Aires hasta 1:1000 para los alrededores de Rawson o Resistencia.
Puedes disfrutar de todo este atlas en la web de la Librería del Congreso de Estados Unidos.
Tengo entendido que el primer atlas de la República Argentina es anterior al que ustedes indican. Este habría sido hecho en la segunda mitad del siglo XIX por don Mariano Felipe Paz Soldán.
Anoto aquí la dirección donde pueden consultarlo: http://www.davidrumsey.com/maps1582.html
Si estoy en el error, les ruego indicármelo.
Gracias de antemano.
Excelente artículo.
Muy buen artículo. Gracias por esta entrega!
Que interesante trabajo, como dicen los entendidos…»para la posteridad», que bueno que existan estas obras de consulta fácil, para que así de igual manera el estudiante tenga buen material de apoyo en sus investigaciones.
Felicitaciones por tu trabajo, siempre te sigo, excelente, sos un aporte para la humanidad. Por cierto, bien por la gente que vió tus pequeños errores, bien por vos por corregirlos
Excelente trabajo! Congratulaciones a sus autores.
muy buen articulo ¡¡
Gran trabajo!!
«XIX, concretamente en 1901» ERROR, ese ya era siglo 20. Y corrijamén si me equivoco.
Gracias Osavaldo, error corregido.
Saludos,
Gonzalo
Hay un error en el mensaje de envío que luego se repite en dos oportunidades en el texto del artículo. Se refiere al año de publicación en 1901 y lo refieren al Siglo XIX. Evidentemente que hay un error de interpretación ya que en otra parte del texto cuando se refiere que el autor del Atlas nació en Paris en 1846 dice: “Hasta convertirse en uno de los autores de mapas más prolíficos del país en el periodo comprendido entre finales del XVIII y principios del XIX” imposible ser “autor prolífico” cuando aún no había nacido
Muchas gracias Jesús, está ya cambiado.
Saludos,
Gonzalo