Es uno de los puntos más visitados de Francia. Tanta gente no puede estar equivocada. La Costa Azul aúna el carácter mediterráneo con el gusto por la tranquilidad francés, una síntesis perfecta que sin duda hace que el viajero sepa paladear los detalles de un destino inequívocamente turístico.
Niza luce luminosa a orillas del Mare Nostrum y por sus calles se respira el aire de lo antiguo, ese sabor que dejan en la otra orilla los paseos por Lisboa o Cádiz, un aire a medio camino entre lo señorial, lo perenne y lo vital. Ligada a Italia hasta el XIX, el espíritu «italiano» se puede percibir en sus habitantes, franceses más extrovertidos de la cuenta.
El alojamiento en Niza no es especialmente barato, pero si buscas bien, es posible encontrar buenas alternativas. El centro es bullicioso durante el día para los estándares franceses, pero tranquilo por la noche. Sin lugar a dudas, hay una serie de experiencias que merece vivir en Niza. Las presentamos a continuación.
Conducir por las ‘Corniches’
Sin duda es una de las paradas obligadas de la Costa Azul. Las Tres Cornisas (‘trois corniches’, en francés) recorren más de 30 kilómetros.
Se trata de tres carreteras que discurren paralelas una a otra desde Niza hasta Menton -vía Mónaco- en la frontera con Italia. Por las Corniches se pueden recorrer las bellas localidades de Villefranche-sur-Mer, Cap Ferrat, Beaulieu, Èze, Cap d’Ail, Monaco, La Turbie, Roquebrune Cap Martin.
La Grande Corniche es la que corre más alta de las tres. Fue construida con Napoleón y sigue la Via Julia Augusta. La Moyenne Corniche (en cuyas inmediaciones perdió la vida Grace Kelly) data de los años 20 del siglo pasado. La cornisa inferior o Basse Corniche es la mas antigua, conecta los pueblos y ciudades a la vera del mar.
Hay que tener en cuenta que durante el verano la aglomeración de coches es tal que puede ser desaconsejable utilizar el coche en la Costa Azul.
Comer Socca
Aunque de primeras quizá pueda parecer un poco insípida, probar la Socca es una experiencia que sin duda hay que llevar a cabo por estas latitudes.
Sus ingredientes principales son harina de garbanzos y aceite de oliva. Se prepara en forma de crêpe extendida sobre un fondo metálico de casi un metro de diámetro para ser puesta y cocinada en un horno. Se suele comer bien caliente con los dedos.
Un clásico para degustar este alimento nizardo es, como su propio nombre indica, Chez René Socca, en la Plaza Garibaldi.
Disfrutar de los olores del mercado en Niza
El más conocido es el de Cours Saleya, pero también el más turístico, si bien merece la pena pasearse por él y ver cómo los comerciantes decoran sus puestos.
Allí uno puede encontrar desde flores a productos frescos típicos de la zona (como por ejemplo los quesos o las aceitunas), jabones tradicionales, especias, verduras o lavanda aromática. Sus colores y olores son sin duda embriagadores.
Se puede visitar de martes a domingos en horario de 6 a 17:30 horas aproximadamente a lo largo de todo el año, hasta las 13:30 horas los domingos. También hay otras opciones de mercados en la ciudad.
Ver Mónaco desde lo alto
Hay un lugar desde el que puedes ver Mónaco sin necesidad de entrar en él. Este rincón no muy conocido se encuentra en La Turbie. Está apartado del gentío y no es muy conocido. Merece la pena desviarse para ver el Principado desde lo alto a no ser que esté nublado… A nosotros justo nos pasó lo segundo y por eso hemos recurrido a una imagen prestada. En este post encontrarás las indicaciones precisas para llegar allí.
El otro Mónaco
Puedes evitarte entrar en el Principado o darte un paseo por él si eres de los que quieren sumar países a la lista de visitados. Mónaco no tiene mucho que ver y se visita rápido. Lo más interesante es subirse al pueblo antiguo en las inmediaciones del palacio de los Grimaldi, desde allí se puede ver el puerto y el casino. Las calles estrechas con fachadas de colores tienen su encanto.
Un paseo (andando o en patines) por la ‘Promenade des Anglais’
La Promenade des Anglais es uno de los lugares de visita imprescindibles de Niza. Aunque ha podido perder su tranquilidad pasada debido a un volumen de tráfico importante (es la principal arteria de la ciudad y conecta el centro con el aeropuerto), su paseo marítimo es delicioso.
Lugar de reunión para todos los amantes de los patines, también es un lugar privilegiado para los que practican jogging, que se benefician de una ligera brisa marina. En la acera sur se ha creado un carril bici, que es la manera más rápida de la ciudad en bicicleta de este a oeste.
Aterrizar en Niza
Si tienes la suerte de volar a Niza, no lo dudes, elige ventanilla. El aeropuerto de Niza tiene unas vistas espectaculares. Es el tercer aeropuerto más importante de Francia, tras el Charles de Gaulle y el de Orly. La sensación de aterrizar casi en el Mediterráneo es increible.
Subir al parque del Castillo y disfrutar de la vista
Si las del aterrizaje o el despegue en Niza son, como se ha visto, unas vistas incomparables, la que se puede disfrutar desde el parque del Castillo de Noza no se queda atrás. El parque en sí es un rincón de paz en la bulliciosa Niza que de por sí merece una visita. Alberga un cementerio judío espectacular, con sus tumbas de mármol. Y arriba, hay premio: una vista privilegiada de la «Vielle Nice» y de la promenade des Anglais, bañadas por el siempre presente Mediterráneo. Hacia el otro lado se puede ver el recogido puerto de Niza.
Probar un helado excelente y elegir ente decenas de sabores
Los helados de Fenoccio, en pleno centro de la ciudad de Niza son otro básico de esta zona. Cunetan en su carta con 59 tipos de helados y 35 sorbetes, hasta sumar 94 fragancias que va desde las más clásicas a las más originales. Allí es posible probar un helado de tomillo, de romero, de rosa, de tomate con albahaca o de lavanda. Una experiencia que bien merece la pena.
Cruzar a Italia y acercarse a Ventimiglia
Italia está a un paso de Niza y muy cerca de la frontera se encuentra Ventimiglia (a unos 30 minutos por autopista, una hora por la ‘Corniche’ -ver experiencia 1-). Un encantador pueblo encaramado a al montaña, con ese sabor a decadencia organizada y unas callejuelas y rincones en los que es muy oportuno perderse. Por si fuera poco, Ventimiglia celebra cada viernes un concurrido mercado en el que es posible encontrar ropa, bolsos y otros artículos de cuero. La vista desde el puente con el río en su desembocadura en primer plano y el pueblo detrás es encantadora.
Sentirse una estrella por un día en Cannes
De la mano de la aristocracia en el siglo XIX la Costa Azul ganan paulatinamente un prestigio. De entre todas sus ciudades, Cannes sobresaldrá gracias al renombre internacional que el Festival de Cine le otorgará en el siglo XX. Hoy en día, Cannes se ha convertido en una ciudad mediática. Ahora ya no son los aristócratas sino los actores, y los famosos quienes la invaden, año tras año, durante el Festival. Pasearse por sus calles permite sentirse en cierta medida «una estrella». Si buscas alojamiento en Cannes, puedes encontrarlo aquí.
Acercarse a Antibes
A pesar del turismo de masas, Antibes conserva buena parte de su encanto. Algo a lo que contribuye que el centro siga siendo un pueblecito. Sus murallas junto al puerto, sus calles estrechas, repletas de pequeñas tiendas y productos provenzales mantienen un encanto que hacen de Antibes otra de las paradas obligadas en la zona. Desde Antibes en un día despejado es posible ver loas alpes de fondo, una perspectiva de mar y tierra que te encantará.
Subir las empinadas cuestas de Eze
El pueblecito de Eze es un rincón de la Costa Azul de obligada visita. Se accede a él por la Corniche Inférieure, la más cercana a la costa de las tres «corniches» (ver experiencia 1). Aunque también está tomada por el turismo especialmente en temporada alta, es uno de esos sitios a los que sin duda hay que acercarse para perderse por sus callejuelas y disfrutar de sus panorámicas. En lo alto del pueblo hay un jardín «exótico» (de pago -6 euros-). Colgado a 429 metros entre el cielo y la tierra, es un lugar privilegiado para impregnarse de la atmósfera de la Costa Azul.
Sentarse a ver la vida pasar en Cours Saleya
Cualquiera de las terrazas de esta alargada plaza es buena para ver la vida pasar. Pero hay un café-bar que tiene especial encanto, la Civette du Cours. Resulta muy agradable tomar asiento en su terraza para observar el trasiego de la plaza. La comida es de buena calidad, con platos rápidos, como su hamburguesa.
Hacer paddleboard en el Mediterráneo
El paddleboard ha es cada vez más popular en la Costa Azul. Se trata de mantenerte de pie sobre una tabla de surf mientras intentas impulsarte tranquilamente usando un remo largo. Aunque no te cansarás, sin duda es más relajante que subirte a una moto de agua y menos agotadora que hacer surf o esquí acuático. En Niza, ofrece esta experiencia Glisse Evasion.
Como bien dice en el texto sentarse en la Promenade del Angles y ver la vida pasar al < no tiene precio es un escenario que tuve la suerte de poder distrfrutarlo y probable repeticion.
Muy chulo el viaje. Para mi gusto, antes que la Socca prefiero la verdadera ensalada niçoise o el pan bagnat.
Y para los super fans de U2, en la playita de Eze, está la mansión de Bono. Tiene acceso directo desde el jardín a la playa, y cuando esta por allí, suele tomar un baño de mar por la mañana otro por la tarde. Para los fans.