España, 2022. Un paseo por cualquier ciudad. Ancianos de la mano de sus cuidadores, pocos niños y cada vez menos gente joven. Los jóvenes han hecho las maletas y quienes se quedan apenas tienen hijos, no han llegado inmigrantes que rejuvenezcan la población y los ancianos cada vez viven más. El país se encamina hacia un abismo que muchos ya estudiamos en las escuelas, pero al que empezamos a poner cara: el culmen de la crisis demográfica.
Esa crisis es más profunda que la económica y por sus características, afecta a la médula del crecimiento de un Estado: su población. El escenario que dibuja el INE en sus perspectivas demográficas presentadas hace escasos días no es nuevo para muchos países de Europa. Vamos a analizarlo.
Alemania, por ejemplo, tiene este crecimiento natural negativo desde 1975. Pero el drama de España irá unido a una bajada en la inmigración (entradas) y el aumento en la emigración (salidas), que ha sido la base del crecimiento de población de Alemania en las últimas décadas.
Nuestro país comenzó a perder población, según el INE, a partir del año pasado, cuando se alcanzó un máximo de habitantes (46.667.175) que probablemente no volverá a repetirse hasta dentro de muchos años. La caída será sostenida, a razón de unas 250.000 personas menos por año. De este modo el número de habitantes irá descendiendo progresivamente en los próximos años hasta llegar a los poco más de 44 millones en 2023 (un descenso de 2,6 millones de personas).
El crecimiento (o decrecimiento) de la población es el resultado de una operación relativamente sencilla. Se restan las defunciones a los nacimientos y se suma el saldo migratorio (la diferencia entre emigraciones e inmigraciones). En España, la diferencia entre nacimientos y fallecimientos dará la vuelta en 2017. Será entonces cuando mueran más personas de las que nazcan.
Para encontrar precedentes hay que remontarse a la Guerra Civil o la epidemia de la “gripe española” de los años 1918 y 1919. En los dos casos, circunstancias excepcionales avocaron a esa situación. En los 90 casi ocurrió, pero desde 1998 hubo un repunte que permitió que los nacimientos siguieran superando a las muertes.
Detrás del descenso de la natalidad, se atisban dos causas: las mujeres en edad de tener hijos serán menos que las de la década pasada y el número de hijos por mujer también descenderá. La esperanza de vida alcanzará los 81,8 años en los varones y los 87 en las mujeres en 2022, esto es un aumento de 2,5 años y de 1,9 años respecto a los valores actuales. A pesar de la pérdida de población y la mayor esperanza de vida, el número de defunciones seguirá creciendo como consecuencia del envejecimiento de la población.
Con ese panorama para el crecimiento natural (diferencia entre nacidos y fallecidos) y un no más halagüeño saldo migratorio, la demografía española camina inexorablemente hacia el envejecimiento. La caída de población dejará de ser un fenómeno propio de zonas rurales o menos desarrolladas. Se generalizará. Veamos cómo.
Como puede apreciarse en el mapa, varias provincias del interior peninsular, con tradición de descensos demográficos, serán las que más noten la caída en la población. Es el caso de Burgos, Palencia, Zamora, Segovia, Teruel u Ourense. Pero llaman la atención los acusados descensos en sus poblaciones en Barcelona, Alicante, Valencia y Granada, zonas generalmente más asociadas con crecimientos demográficos.
Donde menos caerá la población en la próxima década es en las provincias andaluzas de Almería, Huelva, Cádiz y Sevilla así como en Guadalajara y Las Palmas. Málaga, Tenerife, junto a Ceuta y Melilla serán los únicos puntos que verán aumentada su población, aunque en márgenes muy estrechos.
* Este artículo fue publicado en Sesión de Control.
Que no cunda el pánico. Como comenta Samuel, estamos en 2022 y ya somos casi 47,5 millones de habitantes. Bendita inmigración ;)
2022 y somos más de 47.000.000 de habitantes. Ánimo chavalote.
Y dos años de pandemia, de momento, para ser más preciso.
Si cada vez hay más mayores y menos población activa, teniendo en cuenta que a mayor edad, más posibilidad de sufrir dependencia y enfermedad crónica, ¿De dónde sacaremos a las pesonas para trabajar en residencias geriátricas y unidades de crónicos. HOy ya es un problema para muchas residencias encontrar a profesionales cualificados que quieran trabajar cuidando a ancianos dependientes. ¿Qué pasará cuando haya menos personas en edad de trabajar? La verdad es que cuesta imaginarse una legión de "robots cuidadores" pero en algunos países como Japón ya lo están investigando. Lo que cuesta menos imaginar es lo que nadie quiere pensar, o sea, que cuando los hijos del baby boom (yo, por ejemplo) lleguemos a los 85 o 90 no tengamos quien nos cambie el pañal. Terrible pero posible.
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Me has dado la alegría de la noche con las gés ;) Ya está cambiado. Gracias por el aviso. El gráfico lo dejo desde los 40m que quería que se apreciara mejor la caída y así se ve más. Coincido, la pirámide es muy gráfica y muy desoladora también…
Lo de la población total puede ser más o menos grave, lo que me parece peor es la estructura de la población que queda, con tantos viejos. En formato pirámide da más miedo que en gráfico de barras o mapa http://wp.me/pwZhR-24N y eso a mí me invita a seguir siendo emigrante.
(Por cierto, mejor la escala desde 0 en las barras y las provincias de la G están movidas en el mapa)